Recomiendo la lectura del último libro de cine de Alfonso Méndiz. Se trata de la segunda parte de Cómo se hicieron las grandes películas.
El autor, pletórico de recursos, datos y entusiasmo, repasa la gestación, crecimiento y estreno de quince cintas archifamosas.
A mi me han intersado especialmente, como es lógico, los capítulos sobre las películas que estimo más: los dramas Eva al desnudo y Lo que el viento se llevó; las joyas del cine negro El halcón maltés y Laura; la intriga hitchconiana Encadenados, las aventureras En busca del arca perdida, Matrix, La guerra de las galaxias y el clásico de ladrones El golpe.
Me dicen menos, aunque no las considere malas películas, las mudas El maquinista de la General y El acorazado Potemkin, la romántica Titanic, el western Centauros del desierto, el musical familiar Sonrisas y lágrimas y el peplum histórico Espartaco.
Como en el anterior libro, el autor se ciñe a un esquema eficaz aunque algo repetitivo: gestación de la historia (muchas veces una novela), confección del guión, elección de director y reparto, anécdotas del rodaje, escritura de la banda sonora, estreno, recepción por la audiencia, beneficios y suerte en los premios. De casi todas las películas seleccionadas, como curiosidad, se citan errores que han descubierto los cazadores de gazapos.
Me ha interesado volver a constatar el enorme esfuerzo que supone producir una película. Dos y hasta tres años de trabajo de cientos de personas para un producto que dura noventa minutos, eso sí, algunas veces noventa minutos mágicos y perfectos. Cada detalle está cuidado, cada frase del guión, cada matiz en la interpretación, cada rincón del decorado. Sin duda un libro que enseña a valorar más en lo que vale algo tan cotidiano y popular como ver una película.
Les recomiendo también un libro algo más antiguo Así se hacen las películas (Rialp) del prestigioso director Sidney Lumet. Yo veo el cine de otro modo desde que lo leí.
