¿Hay tiempo para los críticos?

¿Y qué opina sobre la función de los críticos?
W. F.: El artista no tiene tiempo de escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen las críticas, los que quieren escribir no tienen tiempo de leer las críticas. El crítico también intenta decir: «Kilroy estuvo aquí». Su función no está dirigida hacia el artista en sí. El artista está por encima del crítico, ya que el artista escribe algo que emocionará al crítico. El crítico escribe algo que emocionará a todos excepto al artista.
………..
¿Así que nunca siente la necesidad de comentar su obra con nadie?
W. F.: No, estoy demasiado ocupado escribiéndola. Tiene que satisfacerme, y si lo hace no necesito hablar sobre ello. Si no me satisface, hablar sobre ella no la mejorará, ya que lo único que se puede hacer para mejorarla es trabajar más en ella. No soy un hombre de letras, sino tan sólo un escritor. No disfruto con las tertulias.

Entrevista a William Faulkner en Paris Review, 1956.

Autor: Javier Cercas Rueda

En 1965 nací en Sevilla, donde he vivido casi treinta años con un pequeño paréntesis de cuatro en Jerez. En 1994 me trasladé a Granada, donde sigo desde entonces. Estudié Economía general, he vivido once años de mi vida en Colegios Mayores, y desde 1995 hago crítica de libros y he mantenido diferentes relaciones con el mundo de la comunicación. Entre las cosas que me hacen más feliz están mi familia, mis amigos, los libros que he leído y haber subido en bici el Galibier. AVISO IMPORTANTE Conviene volver a recordar que el autor de estas entradas, Francisco Javier Cercas Rueda (Sevilla, 1965), que firma sus escritos como Javier Cercas Rueda (en la foto a la derecha) y José Javier Cercas Mena (Ibahernando, Cáceres, 1962), que firma los suyos (como Soldados de Salamina) como Javier Cercas, somos dos personas distintas.

6 opiniones en “¿Hay tiempo para los críticos?”

  1. No, no a fondo; es uno de los precios que uno tiene que pagar por la especialización y lo mío es inglesa hasta 1660. En la carrera lo trabajé, principalmente las novelas y relatos centrados en Yoknapatawpha y algún relato corto. Luego Absalon, Absalon. Por mi cuenta los guiones cinematográficos. Nada más.
    Pero creo que su modo de escribir no es plantilla para otros autores, Javier.
    Saludos desde Utopía.

  2. Diego, no creo que ningún escritor deje de leer lo que se escribe sobre él.

    Eugenio, ¿lo has leído a fondo? Yo bastante, pero aún me quedan varios. Cada libro me ha encantado cuanque son difíciles. Cada uno me lo he planteado como un reto. Tú puedes leer los originales, sin traducir. No sé si así la cosa cambia. Para mi es uno de los referentes que tengo siempre en la cabeza antes de decir si un libro que se publica ahora es bueno o no.

  3. Faulkner era así: como hombre del sur, orgulloso y autocomplaciente; como norteamericano que ha combatido en la Gran Guerra y cuyo país ha salvado a Europa del nazismo, prepotente y avasallador; como escritor, tiene el ímpetu y la fuerza de un profeta del Antiguo Testamento, libro de cabecera que lee y relee, una y otra vez, desde su infancia a la senectud.
    Es cierto que el escritor no tiene tiempo para leer a los críticos, pero se equivoca Faulkner cuando dice que está por encima de ellos («cut above»). No, pues el crítico, a fin de cuentas, es en último término, un lector, y el autor no está por encima de aquellos a quienes está dirigida su obra. Mejor habría hecho en decir (o acaso lo pensaba) que él estaba por encima de las críticas; eso sí. El lector tiene el derecho y la obligación de valorar un trabajo. El mismo Faulkner, en la misma entrevista de la Paris Review (1956) enjuicia a Melville, Freud, Dickens, Cervantes, Conrad, Keats,…
    En este sentido, el crítico es (debería serlo)un lector especialmente (in)formado, cuya tarea no es mejorar -ni empeorar- un libro (nuevo error), sino exponer sus carencias, aciertos, logros, deudas, fuentes, etc. Al hacerlo, obviamente, puede equivocarse, coincidir o estar en desacuerdo con lo que digan otros críticos. Pero todo esto -la obra en sí, junto al apasionante diálogo que suscita- es también quehacer literario.
    En todo caso, no debiera Faulkner mostrarse tan altivo con la crítica literaria, un autor, que como él, gozó del reconocimiento y del aplauso de occidente antes y después de la concesión del premio Nobel en 1949.
    Desde Utopía.

  4. En parte comparto esto de no leer las críticas. Pero depende que queramos hacer; si queremos escribir algo que nos satisface a nosotros y estamos contentos con el resultado y a su vez a otra gente le agrada, me parece perfecto no escuchar las críticas.

    Si por el contrario queremos hacer algo que sea de consumo masivo, por supuesto que hay que escuchar las críticas.

    En particular para mi hay que escribir y crear cosas que nos den satisfacción a uno mismo, no importa cual sea el resultado en los demás.

    Un saludo

  5. Gracias por la recomendación. Hoy me llega precisamente la reseña que han hecho en Aceprensa y es positiva igualmente.

    El otro hijo de Laforet también escribe, y leí algo suyo hace unos años completamente incomprensible (experimientos literarios y cosas de esas).

    Por cierto, «Nada» es una novela que recomiendo siempre.

  6. Hoy me permito el exceso de recomendarte un libro…

    MÚSICA BLANCA.
    Carmen Cerezales Laforet.

    Es la recreación literaria de una vida, la de la escritora Carmen Laforet, madre de la autora. Es el ensimismamiento en la propia vida, un silencio que los conscientes juzgamos como vivida en el olvido, en la nada, también hay quien la juzga como no-vida, vida que no debiera ser vivida… ¡Qué limitados estamos a veces para escuchar la música blanca!

    Es un libro emocionante. Hermoso testimonio para todas aquellas personas que cuidan a seres queridos que parecen estar en el aparente Y MÁS ABSOLUTO DE LOS LOS SILENCIOS. Personas queridas que permanecen en el recogimiento de su tiempo creador, que están completando el círculo de su biografía. La música blanca es el acto que nos permite poner nuestro nombre en una piedra blanca… con todo su sentido. Saber ya, por fín, quiénes somos.

    La apariencia del olvido es como esa música… la música blanca.

    La música blanca se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando la ejecutan bien es como oir el silencio, y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles.
    Alejandro Baricco

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