Tolstoi. Confesión

Tolstoi crece creyendo cada vez más en la razón. Su obsesión es el perfeccionamiento intelectual y el progreso. Vagamente, quiere ser moralmente bueno. Se sabe perteneciente a la élite artística y social. Pero es honesto y llega un momento de su vida es que se hace las preguntas existenciales básicas. No encuentra respuesta sobre el sentido de la vida ni en las ciencias especulativas ni en las experimentales. Concluye que la vida es una broma estúpida, un mal absurdo; al final espera el dragón de la muerte y, hasta entonces, los ratones del dolor, la vejez y la enfermedad. Sólo caben cuatro salidas: la ignorancia, el epicureísmo, el suicidio o la debilidad de no hacer nada. Pero no se atreve a suicidarse.

Entonces se lanza a explorar la fe cristiana y ve por ahí la salida sin tener que ir contra la razón. Se lanza a una búsqueda de Dios honrada y vital. No llega al final ni a la verdad completa, sus esfuerzos resultan demasiado intelectuales, no termina de renunciar del todo a los materialismos y tiene problemas con algunas fuentes de la revelación.

Todo este itinerario no termina del todo bien pero está excelentemente contado y es, al menos, un testimonio de calidad de la búsqueda de la verdad.

Autor: Javier Cercas Rueda

En 1965 nací en Sevilla, donde he vivido casi treinta años con un pequeño paréntesis de cuatro en Jerez. En 1994 me trasladé a Granada, donde sigo desde entonces. Estudié Economía general, he vivido once años de mi vida en Colegios Mayores, y desde 1995 hago crítica de libros y he mantenido diferentes relaciones con el mundo de la comunicación. Entre las cosas que me hacen más feliz están mi familia, mis amigos, los libros que he leído y haber subido en bici el Galibier. AVISO IMPORTANTE Conviene volver a recordar que el autor de estas entradas, Francisco Javier Cercas Rueda (Sevilla, 1965), que firma sus escritos como Javier Cercas Rueda (en la foto a la derecha) y José Javier Cercas Mena (Ibahernando, Cáceres, 1962), que firma los suyos (como Soldados de Salamina) como Javier Cercas, somos dos personas distintas.

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