Perder la silla

Quien se fue a Sevilla, perdió su silla

Durante el reinado de Enrique IV (1425-1474), le fue concedido el arzobispado de Santiago de Compostela a un sobrino del arzobispo de Sevilla, don Alonso de Fonseca. Dado que el reino de Galicia andaba revuelto, el arzobispo electo pensó que la toma de posesión del cargo no iba a ser cosa sencilla, por lo que pidió ayuda a su tío. Don Alonso se desplazó al reino gallego, pero pidió a su sobrino que se ocupara del arzobispado sevillano durante su ausencia. El arzobispo, tras lograr serenar los ánimos de los gallegos, regresó a Sevilla, pero se encontró con que su sobrino no quería dejar de ningún modo la silla hispalense. Para que desistiera, no sólo fue necesario un mandato del Papa, sino que interviniera el rey y que algunos de sus seguidores fuesen ahorcados tras un breve proceso. A raíz de este trágico suceso nace el refrán quien se fue a Sevilla, perdió su silla. De él se deduce que la ausencia perjudica, no al que se fue a Sevilla, sino al que se fue de ella. 

Autor: Javier Cercas Rueda

En 1965 nací en Sevilla, donde he vivido casi treinta años con un pequeño paréntesis de cuatro en Jerez. En 1994 me trasladé a Granada, donde sigo desde entonces. Estudié Economía general, he vivido once años de mi vida en Colegios Mayores, y desde 1995 hago crítica de libros y he mantenido diferentes relaciones con el mundo de la comunicación. Entre las cosas que me hacen más feliz están mi familia, mis amigos, los libros que he leído y haber subido en bici el Galibier. AVISO IMPORTANTE Conviene volver a recordar que el autor de estas entradas, Francisco Javier Cercas Rueda (Sevilla, 1965), que firma sus escritos como Javier Cercas Rueda (en la foto a la derecha) y José Javier Cercas Mena (Ibahernando, Cáceres, 1962), que firma los suyos (como Soldados de Salamina) como Javier Cercas, somos dos personas distintas.

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