Canción de hielo y fuego, y IV

Daenerys Targayen

He terminado un poco por derribo este cuarto volumen de la saga, un poco cansado ya de tanto corte en las distintas tramas y de tantas palabras soeces. Creo que es, además, el tomo que contiene actos violentos más bestiales. En fin, que reviso a la baja mi impresión general del conjunto, de «notable» a «bien».

Les dejo aquí un comentario más amplio que he escrito de los cuatro pimeros volúmenes. El quinto acaba de aparecer en USA, supongo que pronto lo tendremos en castellano. En wikipedia hacen unos resúmenes bastante amplios de cada libro, así que creo que me conformaré con eso para los libros que quedan.

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La prestigiosa cadena americana HBO acaba de emitir con éxito en USA Juego de tronos, adaptación del primer volumen de una saga fantástica de Martin (Nueva Yersey, 1948) iniciada en 1996. A pesar de ser su obra más importante hasta ahora, era poco conocida en España hasta el empujón televisivo. Se han publicado hasta el momento los cinco primeros volúmenes y el último aún no se ha traducido al castellano.

Canción de hielo y fuego cuenta un periodo de la historia de un país imaginario, Poniente, donde las estaciones duran años e incluso décadas y donde siete reinos de humanos se disputan el poder. Un muro de hielo separa el continente del enemigo común, al que también pertenecen seres ya no tan humanos. Cada reino está dominado por una Casa, quienes a su vez tienen a su servicio a familias de menos importancia. El ambiente de la obra es pseudomedieval (caballeros, brujas, justas, espadas, sanadores y castillos). Martin ha llevado a cabo un ambicioso macroproyecto y ha inventado para todos cuadros familiares, religiones, lemas y emblemas, colores de armas, una historia, una geografía y un estilo.

El tono es realista y muy alejado de la literatura infantil y juvenil, y los toques fantásticos (papel de los sueños, de la magia, seres que vuelven a la vida desde el más allá, criaturas animales míticas, etc) son coherentes y están bien integrados en un conjunto básicamente humano. El motor de la historia es la lucha por el poder y los innumerables personajes se ven abocados a diferentes misiones de búsqueda o persecución que los separa continuamente. Martin ha elegido contar la vasta historia pasando de un personaje (y escenario) a otro, sucesivamente. Como son muchos, no es fácil mantener en la memoria donde quedó cada uno cuando volvemos a encontrarlos muchas páginas después. Muchas veces los capítulos cuentan cosas que ocurren al mismo tiempo, y no hay que olvidar que los protagonistas no saben tanto como el lector. Todo esto hace la lectura algo difícil. El conjunto es entretenido y, por momentos, apasionante, pero se hace largo y valdría hablar de novela-océano más que de novela-río. Martin es honesto con su historia y la deja a su libre evolución, suceden cosas (especialmente en forma de muertes) poco “comerciales” y giros llenos de sorpresa.

Hasta aquí lo positivo.

El problema de fondo de estos libros es que el calificativo de literatura épica le viene grande por todos lados. Toda comparación con Tolkien es gratuita. Aquí no se piensa en héroes esforzados, en superación de dificultades, en combinación de habilidades, esfuerzos y valores, en una misión como objetivo valioso, independientemente de que la cosa acabe en tragedia o en éxito. Canción de hielo y fuego es por con contra una historia llena de dolor y de egoísmo, de odio y de lujuria. Sólo tiene el elemento material de la macrosaga épica, el espíritu es en cambio comercial y barriobajero. Algunos personajes (con frecuencia ambiguos y complejos) llevan a cabo, alguna vez, una obra buena, pero la mayoría de las veces sólo buscan vengarse, o imponerse, o su riqueza, o su placer. Las expresiones vulgares son continuas, la actividad sexual muy presente (y, con frecuencia, desordenada y patológica) y la violencia de los combates bastante explícita en su realismo. Con todo, resulta más gravosa aún la abyecta catadura moral de algunos de los protagonistas. Con un fondo tan pobre es un milagro de la técnica narrativa que el lector persevere durante cientos y miles de páginas, llevado por el deseo de saber en qué acaban algunos de los personajes e historias.

Parece que la calidad de la adaptación televisiva del primer libro está siendo extraordinaria y ya se está notando en las librerías, donde se pueden comprar los libros en tres ediciones: bolsillo (ilegible), rústica y especial. Además, la saga ha dado lugar a un Juego de tablero, un Juego de cartas, una Enciclopedia de personajes y lugares y a dos Juegos de rol.

Poniente es un teatro complejo y detallista donde situar el principal conflicto de la humanidad, el egoísmo. Es el reino de la mentira, un tablero donde todo el mundo, como dice uno de los personajes, es “pieza o jugador”. Martin está haciendo un buen trabajo de gestión (aunque algo incontinente) con un material inmenso, entretiene y, en algunos momentos, apasiona, pero no está contruyendo una obra llamada a perdurar con un valor intrínseco clásico, es decir humano.

Autor: Javier Cercas Rueda

En 1965 nací en Sevilla, donde he vivido casi treinta años con un pequeño paréntesis de cuatro en Jerez. En 1994 me trasladé a Granada, donde sigo desde entonces. Estudié Economía general, he vivido once años de mi vida en Colegios Mayores, y desde 1995 hago crítica de libros y he mantenido diferentes relaciones con el mundo de la comunicación. Entre las cosas que me hacen más feliz están mi familia, mis amigos, los libros que he leído y haber subido en bici el Galibier. AVISO IMPORTANTE Conviene volver a recordar que el autor de estas entradas, Francisco Javier Cercas Rueda (Sevilla, 1965), que firma sus escritos como Javier Cercas Rueda (en la foto a la derecha) y José Javier Cercas Mena (Ibahernando, Cáceres, 1962), que firma los suyos (como Soldados de Salamina) como Javier Cercas, somos dos personas distintas.

4 opiniones en “Canción de hielo y fuego, y IV”

  1. La gente como el autor de esta entrada son fanáticos. Me recuerdan a una vez que me dijeron: »eso es una mierda porque no es Crepúsculo» con la diferencia de que estamos hablando de que hay gente supuestamente culta con blogs sobre literatura que critica con esa idea. Yo estoy acostumbrado, por ejemplo, que haya gente que te amenace de muerte si dices en internet que el FF7 no es el mejor RPG de la historia. Pero que haya gente que piense: »la fantasía tiene que ir por cojones de héroes que luchan contra el mal y se van superando, y si no, es una mierda», me resulta deprimente… sí, deprimente, porque yo he crecido como lector pensando que la fantasía era precisamente lo más libre que existía, y aquí hay gente que te está diciendo que la fantasía tiene que ser por fuerza de esta manera.

    En serio, leed esa entrada de blog y pensad en lo que os he dicho. Si la fantasía tiene por cojones que »transmitir valores», ¿qué hacemos con Lovecraft, y sus héroes que se deprimen hasta el suicidio al comprender que el universo está controlado por demonios invencibles? ¿qué hacemos con Michael Moorcrok, que directamente nos dice en sus libros que no existe el bien, si no Ley y Caos, igual de malvados, luchando por dominar el universo, y su héroe, Elric, es un tipo enfermo de cuerpo y de mente que acaba matando a la mujer que ama y luego… [SPOILER]?

    1. Aunque no tiene mucho sentido responder a un comentario cinco años después, vamos a ello.

      Lo que le falta a Juego de Tronos según la reseña (cuyas opiniones comparto) no es fantasía, sino épica, el género literario del Cantar de Roldán y del Ciclo Artúrico. Tiene menos actos de heroísmo o lucha heroica que una guerra real: es un retrato de la ambición, el apetito y el odio. Cosa que está muy bien y es muy interesante en su propio campo, pero que le quita la magia y el sentido de la maravilla del género que usa como referente, la fantasía nórdico-medieval de cantar de gesta, construida sobre el gran guerrero con un código. Código «bueno» o «malo», como el que lleva a Krimilda a la venganza definitiva o a Arturo a la autodestrucción, pero nunca mezquino ni naturalista. Sino grande, poderoso, señalado, único.

      No toda fantasía es épica: has señalado dos ejemplos, pero hay miles, desde la alegoría sentimental hasta Alicia en el País de las Maravillas. Pero la particularidad de Juego de Tronos es que aplica un enfoque histórico-cínico a un mundo de fantasía por lo demás apto para la épica, y es interesante ver si eso le va bien o no. Y para mí, no tiene sentido. Vale que el mundo sea detallado, pero si me metes a Harry el Sucio en mi novela de fantasía, en general me arruinas la diversión.

      Como si me haces un nuevo «Los Rougon-Macquart» de veinte volúmenes desarrollando la historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio Galáctico y describes con exquisito naturalismo cómo todo el mundo se ha vuelto a la Tierra y por lo demás no ha pasado gran cosa desde el siglo XXI, aunque la gente está muy preocupada por problemas cotidianos de seguros, agricultura y fracaso escolar, sobre los que tienes fascinantes teorías que dan en la clave del asunto. Muy bien, pero por mucho que te lo trabajes, no me das lo que me entusiasma en una novela de ciencia-ficción.

      ¿Dónde está el fanatismo? Si te gusta la literatura de horror, bienvenido sea Lovecraft, que en eso es un maestro, y si estás desesperado por la especulación cósmica pseudocéltica combinada con teoría sobre los multiversos, pues allá tú, pero puedes medicarte a base de Moorcock. Si quieres un Libro de Estilo del Maquiavelismo Fantástico, pues adelante. Pero si lo que te gusta la fantasía épica, no la busques en Juego de Tronos.

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