Animación a la lectura

Un profesor me cuenta su experiencia de fomento de la lectura con sus alumnos de 16 años. Les anuncia que es obligatoria la lectura de un libro durante el curso y les propone que otorgará un punto en la nota final (sobre 10), por CADA libro de más que lean, hasta un máximo de 4. Es decir, leer 5 libros en el curso (el obligatorio y cuatro más) supone 4 puntos en la nota final, casi un 50% del camino recorrido.

Resultado: de 23 alumnos en su clase, ninguno leyó ningún libro más del obligatorio.

Autor: Javier Cercas Rueda

En 1965 nací en Sevilla, donde he vivido casi treinta años con un pequeño paréntesis de cuatro en Jerez. En 1994 me trasladé a Granada, donde sigo desde entonces. Estudié Economía general, he vivido once años de mi vida en Colegios Mayores, y desde 1995 hago crítica de libros y he mantenido diferentes relaciones con el mundo de la comunicación. Entre las cosas que me hacen más feliz están mi familia, mis amigos, los libros que he leído y haber subido en bici el Galibier. AVISO IMPORTANTE Conviene volver a recordar que el autor de estas entradas, Francisco Javier Cercas Rueda (Sevilla, 1965), que firma sus escritos como Javier Cercas Rueda (en la foto a la derecha) y José Javier Cercas Mena (Ibahernando, Cáceres, 1962), que firma los suyos (como Soldados de Salamina) como Javier Cercas, somos dos personas distintas.

7 opiniones en “Animación a la lectura”

  1. Para animar a la lectura varias ideas:
    a) buscar libros adecuados y atractivos
    b) comentar los libros leídos, tengo 3 grupos con los que comento un libro al mes…al tener qu ehablar del libro te lo lees.
    c) leer en voz alta…y que se queden con ganas de más…ya lo dijo Pennac en Como una novela… y funciona.
    hay que recordar: SIEMPRE hay un libro para cada persona.

  2. Totalmente de acuerdo, Eugenia. Para recoger hay que sembrar, pero con mucha más anterioridad. De todas formas, resulta preocupante que solo leyeran el libro obligatorio pese a la recompensa que tenían. ¿Tan poco afán de superación tienen los jóvenes?

  3. Creo que sin gusto es difícil ser un buen lector, pero eso viene con el tiempo, al principio no viene mal alguna ayudita, y el estímulo de ese profesor era atractivo. A mi no me gustaban todas las cosas que aprendí de pequeño, pero no tenía más remedio, y todas me han servido de un modo u otro. Está claro que luego ya sólo he estudiado lo que me ha interesado realmente.

  4. El problema reside en obligar. Cuando obligas a leer algo, impones unos criterios que para ti y tu asignatura pueden ser muy válidos, pero el hecho en sí de la imposición es lo que no se acepta.

    Yo estoy de acuerdo con los planes de fomento de la lectura en edades adolescentes, con sus pros y sus contras.

    Pese a todo, sé que nunca hubiera leído determinados libros que ahora forman parte de mi imaginario de no ser por el carácter obligatorio de su lectura, pero también sé que hay libros que jamás releeré, proque tienen el estigma de habérmelos tenido que leer obligatoriamente.

    Un saludo!

  5. Con trucos tan viejos no se les engaña. Hay que saber llegar a ellos de otro modo.
    Un profesor que tengo en la carrera, al ver que hay gente que no lee se indigna, y más de una vez nos ha dado la charla con el tema de que no entienden nada si no leen. Pone palabras fáciles (como bálsamo) en sus explicaciones y pregunta sus significados. Resultado inicial: de 49 personas sólo 5 conocían el significado de todas las palabras.

    Por ello, el profesor los llamó Heterónomos, tachó su forma de actuar como dependiente a la sociedad, y poco a poco, con pique, la gente se ha ido animando a leer «los libros que tan útiles son para el profesor» (con tono irónico en sus cabezas).

    Resultado final: 40 de 49 están leyendo. Ya no sólo lo que manda el profesor, sino los voluntarios.

    Conclusión: No hay ni que obligar ni premiar. Hay que hacerles entender. Tiene cualquier ser humano saber por sí mismo que quiere hacerse, quiere evolucionar, y la lectura es un pilar muy importante para ello.

  6. No es fácil la animación a la lectura en esa edad, son años complicados. El gusto se tiene que sembrar mucho antes. Con 16 años solo hay que intentar que no desaparezca.

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