Mientras se lee no se incordia a prójimo.
Leer nos serena, volcamos la atención en otras cosas, “dejamos ser” a algo que nos supera y nos envuelve: cesa toda motivación egocéntrica. La lectura es desinteresada y purificadora.
Unicamente la lectura y la sabiduría proporcionan los buenos modales de la inteligencia.