Umbral


Ha muerto Umbral. Uno de los escritores más geniales, inclasificables, independientes y corrosivos que nos quedaban. Un maestro del idioma, inventor de vocablos y retorcedor de frases. Con legión de imitadores. Cogía la idea, la aplastaba con palabras y nos sorprendía una y otra vez con usos deslumbrantes de la lengua. Nunca me ha llamado la atención leer sus novelas y las he aparcado sistemáticamente con miedo, creo que bastante fundado, a quedar defraudado. También he procurado seguir siempre bastante de lejos al personaje, con algunas ocurrencias graciosas pero con demasiado frecuentes salidas de tono, como cuando hizo unos experimentos con Viagra para escribir sobre sus impresiones. Sí me resultaban divertidos sus exabruptos y sus provocaciones a otros escritores.

Para mi Umbral era sobre todo sus columnas y sus Diccionarios de literatura. Mortal y rosa me resultó aburrida y nunca la he recomendado, aunque está tan bien escrita como casi todo lo suyo. Me gustó mucho, mucho, el libro que dedicó a Valle-Inclán (Los botines blancos de piqué).

Jesús de Nazaret, de Benedicto XVI

Tengo en mis manos Jesús de Nazaret, de Benedicto XVI, primero de su trilogía sobre el Jesús histórico de los Evangelios. Una cristología apoyada en la exégesis de la Sagrada Escritura. Veo el índice, los autores que cita y algún párrafo suelto y creo que este no será precisamente un libro popular y divulgativo como sus excelentes entrevistas con Messori (Informe sobre la fe) y Seewald (Dios y el mundo), va más en la línea de Introducción al cristianismo, es decir, teología. Acaba de salir hace dos días en nuestro país, sorprendentemente (para mí) en La Esfera de los libros (Imelda Navajo).

Esto dice sobre el libro Enrique Monesterio en su blog.