Thomas Mann

Thomas Mann es un escritor fascinante e inagotable. Hace un par de años intenté resumir en un artículo por qué me lo parece así, a la vez que ofrecía algunas pistas para la lectura de sus obras fundamentales. El interés que despiertan los grandes escritores nunca se desgasta y ha vuelto a ser actualidad recientemente, esta vez de modo tangencial, por la publicación en nuestro país de dos libros de su hijo Klaus. Si les interesa su familia (la de Mann), no se pierdan el libro de Reich-Ranicki Los Mann.

El angel negro, de Connolly

Charlie Parker sigue su cruzada particular contra el mal y Connolly continua indagando el porqué de tantas cosas que no funcionan entre los hombres. Otra vez hay ángeles y demonios, seres cuya naturaleza aterroriza, psicópatas del dolor que ponen los pelos de punta y bastante muerte. Los orígenes de esta historia se remontan esta vez a la mismísima creación del mundo; pasa por la edad media y llega hasta el S. XX con un cóctel de monjes, anticuarios, nazis, esculturas de huesos y sectas. Todo bastante bien hilvanado y terroríficamente verosímil.

Todo lo que muere, su primera novela, me resultó impactante. Las otras cuatro, incluída esta última, me han gustado pero algo menos. El angel negro es algo menos sangrienta pero más morbosa.

Creo que Connolly, pasa un poco en general en este género de novelas, tiene un problema con los finales. Trabaja una historia de una arquitectura apabullante para luego resolver con un clímax que no suele estar a la altura. También, esta vez, se excede un poco con la parafernalia histórica, en las subtramas sentimentales y descripciones ambientales.

No quiero ni imaginarme como deben ser las pesadillas del escritor irlandés cuando estas son las cosas que se le ocurren despierto.

Siempre he repetido que no es un escritor para todos los estómagos. Y, ojo, es adictivo.