Empiezo a leer con emoción Vida y destino. He estado al tanto de tantas reseñas que ha provocado, pero me he guardado de leer ninguna, preservando una lectura sin aprioris. Al terminar las leeré. Pocos libros resultan a la altura de expectativa que generan, sobre todo cuando el runrún es ensordecedor. Con este tengo menos miedo porque su prestigio precede su presencia apabullante en los medios este otoño.
Por si aún no están convencidos de leerla, lean la reseña de Ignacio Aréchaga en Aceprensa.