C. S. Lewis y su diablo

Cartas del diablo a su sobrino es un libro tan mínimo como inagotable. Es valiente, claro, inteligente, breve, divertido y estimulante.

En la primera se recomienda al aprendiz de diablo que no se preocupe demasiado de las lecturas de su «víctima».

Ya no se vive de argumentos:

Ahora no piensa, ante todo, si las doctrinas son «ciertas» o «falsas», sino «académicas» o «prácticas», «superadas» o «actuales», «convencionales» o «implacables». (…). ¡No pierdas el tiempo tratando de hacerle creer que el materialismo es la verdad! Hazle pensar que es poderoso, o sobrio, o valiente; que es la filosofía del futuro. Eso es lo que le importa.

Un buen bocadillo puede apartarles de la tentación de plantearse cosas:

les resulta totalmente imposible creer en lo extraordinario mientras tienen algo conocido a la vista (…)

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Thomas Becket

Hace tiempo que no leo teatro. Lo útimo bueno que recuerdo es el Becket de Anouilh. Me encantó. La historia es tan buena que es difícil estropearla. Anouilh hace hincapié en la mezquindad del rey, muy poco digno de ser servido. No se explica bien el cambio tan drástico que da Becket. Sólo dos actos. Diálogos y sentido de la historia clásicos.

Becket: “Hasta el momento de la muerte, nadie puede hablar de su valor”

El Rey (en otro momento) “…a las malas novicias y a las preocupaciones no hay que concederles demasiada atención, terminan siempre por comerse las unas a las otras, y al cabo de los diez años de da uno cuenta de que sigue viviendo. Al final todo se arregla”