Boswell. Vida de Samuel Johnson

Una lectura de la que me siento especialmente feliz. He empleado en ella más de un año, con paréntesis, y ninguna de las veces que me he acercado al libro me ha defraudado. Por primera vez (2007) se publica íntegra en español (como no, en Acantilado) esta monumental biografía de dos mil páginas. Se recorre año a año la vida del famoso hombre de letras del XVIII (1709-1784), con más detalle a partir de 1763, cuando se conocen Boswell y él. El abogado escocés era treinta años más joven.

Boswell presenta al personaje a través de sus cartas, sus libros, centenares de anécdotas y, sobre todo, sus conversaciones, donde brillaban especialmente su saber y su ingenio. El libro se publicó en 1791. Esta edición se basa en la tercera de Boswell, de 1799.

Nunca había leído una biografía como esta. El biografiado es un personaje lleno de contrastes y de apabullante magisterio y el trabajo de Boswell es impresionante.  Johnson es brillante en sus aciertos (literatura, vida de fe, espíritu compasivo, lealtad a amigos y esposa, ecuanimidad en cuestiones políticas) y perseverante en sus errores (pataletas, brusquedades, opiniones extravagantes sobre las mujeres, los extranjeros, etc). Su cabeza prodigiosa y sus virtudes se imponen sobre sus limitaciones, inevitables en todo ser humano, más cuando es examinado con lupa. La evidente devoción de Boswell no empequeñece el retrato porque las palabras, los textos y los hechos del biografiado lo sostienen solos.

El tamaño del libro desanimará a muchos, y posiblemente también no saber nada previamente (como me ocurría a mi) de Johnson, al parecer muy conocido en el ámbito británico (su diccionario, sus artículos, sus biografías) pero no tanto en el hispánico.

He tomado innumerables notas, que pienso disfrutar ordenando y releyendo y me he hecho con varias cosas de Johnson: su libro sobre Shakespeare,  una selección de artículos y una novelita filosófica llamada Rasselas, y tengo localizadas en papel sus Vidas de los poetas ingleses.

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Lord Chesterfield. Cartas de su hijo.

chesterfieldPhilip Dormer Stanhope, cuarto Conde de Chesterfield (1694-1773) fue un estadista británico y hombre de letras. Prototipo por excelencia del gran señor dieciochesco.

En 1774 se publicaron las cartas que escribió a su hijo natural Philip. Son una obra de referencia en todo cuanto a la educación y las buenas maneras se refiere. 430 cartas escritas entre 1737 y 1768. Esta selección que publica Acantilado son las del periodo 1750-1752, tiempo que Philip pasa en París.

Las cartas son un modelo ellas mismas de elegancia y hábil expresión, de cruda franqueza y perspicaces observaciones sobre la conducta humana. Chesterfield insiste sobre todo en el cuidado de las formas. No quiere tanto que su hijo sea una buena persona como que triunfe. Las cartas escandalizaron a muchos (entre otros a Samuel Johnson) por los libertinos consejos en materia sexual.

Son una lectura interesante y con cosas aprovechables, pero un modelo educativo muy deficiente e incompleto. La prueba es que Philip fracasó en su vida pública y defraudó a su padre en la personal.

Me anoto tres lecturas:
– Las Cartas Provinciales de Pascal,
Avisos de una madre a su hijo, de la marquesa de Lambert,
Cartas de una peruana, de madame de Graffigny.

(Ya me he conseguido las dos primeras).

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Lecturas y picoteos, 6 de 7

EssaisNo ficción en otras lenguas:


Ensayos (Montaigne). Termino los que me faltaban, en la estupenda edición de El Acantilado, mejor aún que la de Cátedra Áurea. Me han gustado muchas cosas, algunas bastante, pero de ahí a adoptarlo como maître à penser como hacen muchos, hay un buen trecho. Su brillantez no camufla la niebla de tantas inseguridades. De Reflexiones del señor Z (Enzensberger) se pueden entresacar detalles interesantes, aunque es un libro excesivamente disperso y de un escepticismo aún mayor que el del francés. Y sin su cultura. Sueños de golf (Updike) es estupendo. Artículos, relatos, conferencias. Mi reconciliación definitiva con este autor.

NO
Diálogos (Séneca). No porque no hay nada que no esté en las Cartas, que es lo que hay que leerle, no por otra cosa. Los libros son tímidos (Alberico). Memorias de lecturas, estos libros que gustan a la editorial Periférica y tantos disfrutamos. Pero este es flojo.