Paul Auster, el vértigo de narrar


La ciudad de cristal
, su segunda novela, fue rechazada por diecisiete editoriales. Diecisiete es también el número de lenguas a las que está traducida hoy su obra de narrador, poeta, ensayista, traductor y guionista. Después de ocho años dedicado a otras actividades, el escritor norteamericano vuelve  a la novela por la puerta grande con El libro de las ilusiones, una nueva muestra de su don extraordinario para contar historias. 

Paul Auster nació en 1941 en New Yersey. En A salto de mata (1998) cuenta cómo sus padres, judíos, se divorciaron después de frecuentes desavenencias por cuestiones de dinero. Tras su paso por la Universidad se marcha a Francia. Son años de variadas experiencias profesionales en los que va madurando su vocación de escritor. Además de trabajos físicos en un petrolero y otros desempeños corrientes, tradujo a poetas franceses, escribió algunas obras de teatro y una breve novela policiaca e hizo de negro para otros escritores. Vuelve a norteamérica con 33 años y comienza una nueva etapa: deja atrás un matrimonio fracasado, sigue con la  amenaza de los problemas económicos y tiene el deseo claro de escribir y sólo escribir.

La muerte de su padre desencadena en el autor la necesidad de explicarse la naturaleza de la enrarecida relación que mantuvo con él y escribe y publica La invención de la soledad (1982), su primera novela. (Las fechas de los libros se refieren siempre a la edición original)

Continuar leyendo «Paul Auster, el vértigo de narrar»

Amsterdam de McEwan

Una muerta, un marido, tres antiguos amantes, unas fotos comprometedoras. Un escándalo, dos suicidios. McEwan descansa de su nivel de autoexigencia y compone una historieta mediocre e insulsa. La visión de la vida de cada personaje es pobre y sin salida: alta competencia profesional (dinero, prestigio), caprichosos sentimientos (venganzas, engaños), mudables compromisos. Una novela sobre el egoísmo.

¡Y se llevo con esto el Booker!

Ultimo Auster

La última novela de Auster es un artefacto paranoico y disparatado. Una de las cosas que siempre me han gustado de él es –hasta ahora- lo bien que se le entiende. Esta vez ha jugado a la pirueta metanarrativa y a la mezcla de planos, no ha confiado en la potencia de su imaginación y en la riqueza de sus historias. Lo consideraremos un paréntesis, un mal momento.