Grossman

A falta del final (300 págs), algunas impresiones de mi lectura de Vida y destino, de Grossman:

Cuesta entrar en la historia. Son muchos escenarios y demasiados personajes (cada uno con nombre, patronímico, apodo, apelativo familiar, etc). No todas las historias tienen el mismo peso ni la misma intensidad. El estilo es agradable de leer.

Las dos más grandes burradas del S. XX –comunismo y nacional socialismo- son diseccionadas sin contemplaciones.

Es tan terrible casi todo lo que se cuenta que lees la novela un poco encogido. No es particularmente truculenta. Todo huele a verdad. Uno no deja de preguntarse cómo fue posible tanta estupidez a escala generalizada.

Se me está haciendo largo pero no he perdido el interés en ningún momento. Tampoco me está entusiasmando.

Conclusión provisional: indudablemente un buen libro, pero no, como se está diciendo, una lectura imprescindible.

El mar, de Banville

El Mar. Booker del año pasado (o de hace dos). De Banville leí hace unos años El libro de las pruebas. ¿De qué iba? Ni idea. Con eso lo digo todo. Este año tuve que reseñar El secreto de Christine, una especie de policiaca que firmó con seudónimo. Discreta. Todo el mundo ponía tan bien El mar que lo pedí al Círculo. Pero ha descansado meses en la estantería y un libro tras otro se le iba colando. Por fin lo he leído y no está mal.

Un historiador del arte pasa una temporada en una casa donde veraneó de pequeño y se relacionó con una familia de dos hijos. Intenta reponerse de la muerte de su mujer. El texto alterna recuerdos de la vida con ésta y de sus últimos meses, con los de la familia. El texto es divagatorio e intimista y ahí está su interés. La historia con la familia es convencional (despertar al amor, primeros escarceos sexuales, crueldad infantil) y es más interesante la relación con su mujer (qué se dan uno al otro en la vida de pareja, que se ocultan, el vacío de la separación, la relación con la hija, etc). Tiene buenos momentos que me han recordado las mejores novelas de McEwan. Toda la novela, en los recuerdos de niñez, tiene un fuerte ambiente sensual, como si el descubrimiento de la carnalidad fuera el acontecimiento esencial de la adolescencia.

No he terminado de entender qué tiene que ver el mar (¿imagen de “oleadas” de sentimientos y recuerdos?) en toda la historia.

Grossman por fin

Empiezo a leer con emoción Vida y destino. He estado al tanto de tantas reseñas que ha provocado, pero me he guardado de leer ninguna, preservando una lectura sin aprioris. Al terminar las leeré. Pocos libros resultan a la altura de expectativa que generan, sobre todo cuando el runrún es ensordecedor. Con este tengo menos miedo porque su prestigio precede su presencia apabullante en los medios este otoño.

Por si aún no están convencidos de leerla, lean la reseña de Ignacio Aréchaga en Aceprensa.