Microcuento

Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomamos un café mientras continuábamos charlando. No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.

«Soledad», de Pedro de Miguel

in memoriam

Más sobre Flannery O’Connor

Ni ha escrito mucho ni tampoco es para tanto, y ni siquiera he leído todo lo suyo, pero pasa a veces que te «enganchas» a un autor y todo lo que lees sobre él te llama la atención. Aquí tienen dos visiones de sus Cuentos completos que me llamaron la atención.