Leer, según Sampedro

Leer nos enriquece la vida. Con el libro volamos a otras épocas y a otros paisajes; aprendemos el mundo, vivimos la pasión o la melancolía.La palabra fomenta nuestra imaginación: leyendo inventamos lo que no vemos, nos hacemos creadores.Ahora nos gritan que vale más la imagen y con la televisión (la primera escuela) se inculca a los niños, antes de que hablen, los dos desafueros del sistema, la violencia y el consumo. Con esas cadenas el poder político y el económico nos educan para ciudadanos pasivos, sin imaginación, porque siempre es peligorsa para los poderes establecidos. Y ante esas imágenes carecemos de voz: no tenemos medios para televisar contrariamente mensajes de tolerancia y de sensatez.

Hace cinco siglos la imprenta nos libró de la ignorancia, llevando a todos el saber y las ideas. El alfabeto fomentó el pensamiento libre y la imaginación: por eso ahora nos quieren analfabetos. Frente a las imágenes impuestas necesitamos más que nunca el ejercicio de la palabra, siempre a nuesto alcance.

El libro, que enseña y conmueve, es además ahora el mensajero de nuestra voz y la defensa para pensar con libertad.

José Luis Sampedro.

Romeo

Dibujos animados (2001), primer libro de Félix Romeo, es destacable por la voz del narrador. Un adolescente cuenta su infancia en primera persona. Párrafos breves, sintaxis correcta pero deliberadamente pobre, oralidad trasladada al lenguaje escrito, repeticiones. Frescura.

Enseguida pensé en Aparición del eterno femenino contada por su Majestad el Rey, magnífica obra de Pombo. El recurso estético está aún más conseguido en el libro de Pombo que, además, cuenta una historia mejor. Al lado de éste Dibujos animados se queda en una voz inspirada para una historia un tanto insulsa, con algunos momentos logrados pero, en general, escasamente interesante. Aún así bastó para llamar la atención de Anagrama, un sitio donde no publica cualquiera su primera novela. La editorial habla de «estilo despojado e intensidad expresiva». De acuerdo.

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La buena muerte

Ya les recomendé un poco a ciegas este libro cuando supe de él. Ahora lo he leído y confirmo que es interesante. El Dr. Poveda, con quien he coincidido en alguna ocasión, es una persona apasionada y simpática, muy comprometido con su profesión y con un profundo sentido humano y cristiano de la enfermedad, el dolor y la muerte. Me parece que los capítulos de este libro sobre la muerte están bien enfocados y tratados con rigor. Relata en cada uno de ellos sucesos reales ilustrativos y rinde homenaje a muchos enfermos, cuidadores y médicos con nombres y apellido.

Haré todo lo posible por ponerme en manos de gente así cuando me llegue mi hora.