Juan Belmonte, matador de toros

Por Manuel Chaves Nogalés.

Este libro se publicó en 1935 y está escrito en primera persona, como si narrara el propio mítico matador sevillano. Belmonte fue una figura importante y su concepción del toreo cambió la fiesta y el modo de enfrentarse al animal. Su trayectoria no difiere mucho de la de otros profesionales hasta el momento en que encuentra sitio en el mundillo. Desde ahí, su caso fue un paseo triunfal. Fue un torero de espíritu, más que de facultades. Era callado y serio, le gustaba leer y alternar con intelectuales. Están bien contadas su infancia y su relación con Joselito. El contenido técnico taurino es suficiente y no abrumador para no especialistas. Naturalmente se recogen las famosas frases que dijeron de el Rafael Guerra, Valle-Inclán y otros. El libro, sin estusiasmar, está bien y gustará a los aficionados.

Rosa Montero da instrucciones

Rosa Montero cuenta ya con una sólida y contrastada trayectoria como escritora. En su haber puede decirse que tiene oficio, imaginación y una gran aversión a aburrir a sus lectores. Todos sus libros cuentan buenas historias, con gancho, están bien hechos y son dignos. En su defecto, además del hecho de carecer de lo que distingue al escritor de talento del de genio, está su fijación con lo marginal, las anomalías sociales y los perdedores, lo que hace de sus novelas, con raras excepciones, unos libros tristes.

Matías es un taxista reservado y taciturno que se queda viudo. Daniel un médico lleno de desidia que sólo disfruta cuando se mete en Second Life. Fatma es una prostituta africana de vida arrastrada. “Cerebro” es una antigua científica que se pasa los días borracha. A este plantel hay que sumar la presencia de un asesino psicópata especializado en personas mayoras.

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Zafón


No me he abalanzado sobre él. Lo que ha ocurrido es que compré 7 para los ponentes del ciclo de conferencias que les comenté. Un ponente falló y ¿qué otra cosa se puede hacer con un libro?

Me ha gustado más bien poco. La sombra del viento es una buena novela y ésta es floja. El arranque está bien, pero veía que pasaban páginas y páginas y la historia no me enganchaba. Volvía a cogerlo cada vez con menos ganas y, lo que es peor, pensando que me estaba estorbando leer otra cosa.

Creo que Zafón está en la línea correcta: contar historias en las que pasen cosas, sin experimentos narrativos ni dificultades técnicas ni monólogos egocéntricos de los personajes. Le salió bastante bien con La sombra del viento pero aquí ha fallado. Hay demasiadas cosas, hay flecos poco resueltos, no termina de entenderse bien la naturaleza del «patrón» que encarga el libro, ni qué quiere hacer exactamente con ese libro. El problema no es que a mi no me guste el recurso a la religión y a los demonios, que no me gusta, si no que que aquí la historia (con los ingredientes que ha decidido Zafón) falla en su concepción y en su resolución.

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