Los casos del comisario Croce. Ricardo Piglia

Libro póstumo del recientemente fallecido escritor argentino (1941-2017) de conocida afición al género policiaco. El libro lo redactó, ya enfermo de ELA, con una tecnología que le permitía escribir con la mirada. Doce casos criminales donde el centro es la singular personalidad y método del comisario.

Croce, que ya apareciera en la novela Blanco nocturno,  es experto en buscar cinco pies al gato. “El sentido del mundo -dice en una ocasión- es contingente y errático. Hay que enlazarlo”. Sus pálpitos o inferencias silogísticas ponen patas arriba las convenciones de cualquier investigación, sus intuiciones quasi adivinatorias terminan dando en la diana con una precisión sobrenatural. Desfilan desaparecidos, dobles vidas, asesinatos y encarcelados injustamente, y se enmarcan los misterios con la historia del país, diferentes contextos sociales o ideas filosóficas. Croce además es compasivo y empático, y la gente se siente extrañamente inclinada a confiarse en él (lo cual, de paso, es útil a Piglia para hacer avanzar sus tramas). Un investigador original que recuerda al Adamsberg de Vargas.

El crimen demuestra la frágil línea entre el bien y el mal, y es un índice certero de la complejidad del ser humano. La familia, la sociedad, el amor o las pasiones siempre andan por medio y Piglia-Croce es un perspicaz estudioso del ser humano. El autor explica al final que todos los casos están inspirados en hechos reales. Croce es presentado como ateo. Hay algún comentario acerca de la religión que demuestra más ignorancia que maldad. Una colección que se lee con agrado: los casos resultan atractivos y Piglia es un escritor de calidad.

Rita Indiana. Hecho en Saturno

Argenis Luna, dominicano, llega a La Habana para desintoxicarse de la droga y olvidar los efectos de un divorcio. Su padre goza de prestigio entre los revolucionarios y le costea la estancia hospitalaria. Allí conocerá a Susana. Vuelve a su país y regresa más adelante a por la mujer.

Argenis se arrastra por una existencia de veleidades pictóricas, sueños revolucionarios, impulsos sexuales y amistades tóxicas. La novela no conduce a ninguna parte sino que describe ambientes y pasa por encima de muchos personajes, sin detenerse apenas. El Doctor Bengoa, que suministra a Argemis los medicamentos, Vautroi, el vecino homosexual o Niurka, tía del protagonista y psiquiatra en República Dominicana.

Cuarta novela de la escritora dominicana (1977). El texto está plagado de localismos caribeños. El relato abunda en toscos y explícitos detalles sexuales.

Novelas cortas de Zweig, apuesta segura

• Tiendo últimamente a leer ficciones cortas. Los norteamericanos son buenos en esto. He leído por primera vez a GAUTREAUX (El mismo sitio, las mismas cosas) y a AYERS LAWSON (Virgen y otros relatos). los dos hacen piezas relativamente largas. El primero me ha gustado más, y especialmente el que da título a la colección. Ambientes rurales, pequeñas y grandes tragedias, realismo. La segunda es áspera y está algo obsesionada con lo sexual. Las cinco historias están bien construidas pero dejan mal sabor de boca. BIEN y APROBADO.

• También he terminado los relatos que no había leído de BORGES, sus últimos (contenidos en El oro de los tigres -que también incluye poesías-, El libro de arena y La Memoria de Shakespeare). Todos tienen calidad, sorpresas y afilado lenguaje. Inevitablemente hay repeticiones y no todos son sobresalientes. BIEN.

• Releo cuatro novelas cortas de ZWEIG, empujado por el entusiasmo de un amigo que acaba de descubrirlo (Mendel, el de los libros, Carta de una desconocida, Novela de ajedrez y Veinticuatro horas en la vida de una mujer). Todas están bien, personajes apasionados, pero me reafirmo es que es mucho mejor biógrafo-ensayista-memorialista. En todo caso, es una apuesta segura. BIEN.