Monterroso, in memoriam

 Augusto Monterroso (1921-2003)

El año 19 a.d.C Horacio escribió su Epistola ad Pisones y consagró la contención como una de las más apreciadas aspiraciones poéticas. Monterroso leyó al romano en su adolescencia, en la biblioteca de su ciudad, una biblioteca “tan mala que sólo contenía libros buenos”, y desde entonces adoptó esa divisa y se lanzó a perseguir la perfección.

Luego leyó a Cervantes, y aprendió la manera de contar historias, y a Montaigne, y se contagió de su sabiduría e intuición, y a Swift, y heredó su humor inteligente, y a Esopo y a La Fontaine y a Iriarte, y se propuso rescatar la fábula como género de expresión.

Monterroso era pequeño y tímido, afable y generoso, parco y certero en el hablar, modesto y falto de vanidad como pocas veces se ha visto en un escritor, de un humor tan inteligente y contagioso y de una lucidez tan intuitiva que muchos escritores buscaban su trato y le tenían por maestro.

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