Réquiem por Nagasaki

Takashi Nagai (1908-1951) fue un científico japonés casado y con dos hijos. Era radiólogo y eso le costó una leucemia. Sobrevivió seis años a la bomba atómica de Nagasaki. Escribió libros, ayudó a mucha gente y fue considerado un héroe nacional en su país. El hecho clave de su vida como adulto fue su conversión al catolicismo.Paul Glynn, un sacerdote Marista australiano que vivió 20 años en Japón ha escrito la biografía de Nagai (Réquiem por Nagasaki, 1988).

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Ogawa

Una madre soltera con un hijo de 10 años despierto y sensible asiste a un anciano solitario y enfermo con la memoria debilitada. Una historia con todas las papeletas para convertirse en sensiblera y pringosa que, sin embargo, es convertida sabiamente por la escritora en un homenaje convincente a la amistad, la generosidad y la preocupación por los demás.

Lo que realmente nos hace felices está al alcance de la mano, parece decirnos, y no tiene nada que ver con las posesiones sino con descubrir al otro y darnos. Y esto se cuenta de una manera amable, sencilla y positiva.

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El Buda blanco (Tsuji)

Este libro cuenta la vida de Minoru Eguchi en la isla japonesa de Ono, desde principios del S. XX hasta que muere rodeado de hijos y nietos. Desde niño se hace preguntas sobre la muerte cuando examina con sus amigos la descomposición de un cadáver. Matará en la guerra, sus amigos y parientes morirán de modo natural, o por accidente, o por suicidio, jóvenes o viejos cercanos dejarán este mundo, y Minoru se irá preguntando en cada caso qué pasa luego con esas almas. La respuesta que más le seduce es la metempsicosis, la transmigración de almas de un cuerpo a otro, una reencarnación que hace inmortal la esencia de cada persona. Por encima de todo no quiere olvidar a los antepasados y se le ocurre construir una estatua de Buda con los huesos en polvo de todos los muertos de la isla, incluidos los de su hermano, los de Otowa, su primer amor, y los de varios amigos. Será el gran proyecto final de su vida.

La novela abunda en valores positivos, como son la búsqueda de respuesta a las preguntas clave de la existencia, un sentido en cierto modo trascendente y espiritual, el amor a la familia y al trabajo, la amistad, el deseo de darse a los demás y, sobre todo, el esfuerzo por vivir siempre una vida digna aún en medio de penosas dificultades. La muerte y el amor, los grandes temas. Minoru se enfrentará a ellos con un armazón cultural extraño para un occidental, y más para un cristiano, pero siempre con una aspiración honesta de buscar la verdad y dar un sentido a su existencia. Vive lo mejor y lo peor en todos los ámbitos de su vida (familiar, laboral, amistoso) pero lucha siempre por salir adelante. El despertar de la curiosidad sexual y la crueldad infantil dan lugar en las primeras páginas a dos breves pasajes de contenido erótico explícito y a otro de una violencia gratuita desagradable.

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