¿Escribiré?

¿No te has animado a escribir? Me preguntan a veces. Si no he sentido –hasta ahora- esa fuerza imperiosa presente en la vocación declarada de muchos escritores, quizás no sea la mía. ¿O es una excusa?

Tener historias dentro, tener personajes dentro que te piden les des vida: no los tengo.

Me interesa más la técnica, estructura, composición, modo de contar, voz, punto de vista. Y todo esto no son más que herramientas.

Creo que dejaría poco a la improvisación e inspiración, seguro que querría tener todo controladísimo. Sufriría. Así, quizás no salga nada natural.

Desde luego, comenzar por relato. Poesía ni en broma. También textos misceláneos: apuntes, ideas, pensamientos, dietarios, comentarios.

Encontrar una voz, un estilo. Lo primero.

 

Lector y escritor

El lector, que únicamente busca en un libro satisfacer la tendencia natural de su espíritu, pide al escritor que responda a su gusto predominante y califica invariablemente como bien escrita la obra o el párrafo que agrada a su imaginación idealista, alegre, picaresca, triste, soñadora o positiva. En suma, el público está compuesto por numerosos grupos que nos gritan:
«Consuélenme.»
«Distráiganme.»
«Entristézcanme.»
«Enternézcanme.»
«Háganme soñar.»
«Háganme reír.»
«Hagan que me estremezca.»
«Háganme llorar.»
«Háganme pensar.»Tan sólo algunos espíritus selectos piden al artista: «Escriban algo bello, en la forma que mejor les cuadre, según su temperamento.»
El artista lo intenta y triunfa o fracasa.

Guy de Maupassant (1850-1893)