Tensión (2 de 3)

Si realizáramos un gráfico de la tensión, semejaría un electrograma ascendente, con crestas y valles, donde el punto más bajo estaría en el inicio y el pico en el climax.
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Las crestas son acciones; los valles, recursos narrativos de bajo perfil.
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La tensión equivale a estirar el cuento como si de una liga se tratara. El clímax debe coincidir con el punto de estiramiento máximo.

[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008. Selección y orden propios]

Tensión (1 de 3)

Las expectativas no cumplidas crean momentos de descanso para el lector, pero a la vez van ejerciendo mayor tensión hacia el final que sí se consumará.
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Es imposible mantener una tensión contenida durante todo el relato. La creación de atmósferas, la presencia de personajes incidentales, las expectativas no cumplidas van creando valles en la tensión, pero todos estos recursos narrativos de bajo perfil también juegan a favor de la intención final de todo cuento.
[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008. Selección y orden propios]

Final del relato

El final del cuento puede ser sorpresivo. Ambiguo cuando el lector tiene que elegir entre dos opciones de final. Abierto, donde el lector elige entre un puñado de posibilidades de finales. Circular cuando termina por donde comenzó. Y puede haber otro tipo de finales, pero estos son los principales. Cuantos más distractores mantenga el cuento, más posibilidades de final puede elegir el escritor y/o el lector. De cualquier manera, a partir de nada más que un hecho narrado no se pueden generar demasiados finales. Si se llega a seis es que el cuento es de los mejores y ha sido, con seguridad, largo y con varias líneas dramáticas de distracción.

[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008]