Banville lo intenta de nuevo

El escritor irlandés John Banville reincide bajo seudónimo en una novela negra. Igual que en El secreto de Christine (Alfaguara, 2007), el forense Quirke es incapaz de hacer su trabajo y parar. Además de rajar y pesar el cadáver de Laura, él quiere saber qué pasó, pues está claro que ya estaba muerta cuando la arrojaron al agua. Los hechos le conducen a una sórdida y desagradable historia de drogas y pornografía.

Banville, en cuanto a contenidos, ha escogido el camino más fácil para sus novelas de misterio. El mal es representado sin sutilezas ni matices, a través de personajes primarios sin frenos a la hora de satisfacer sus instintos. Todos sus intentos de plantear otras cuestiones al margen del enigma, como hace toda buena novela negra, se ven arrinconados por lo asfixiante y obsceno de la trama principal. Así ocurre cuando se intenta reflexionar sobre la ley y la justicia, sobre las relaciones matrimoniales o paterno-filiales, o sobre el peso del ambiente en la educación.

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Rosa Montero da instrucciones

Rosa Montero cuenta ya con una sólida y contrastada trayectoria como escritora. En su haber puede decirse que tiene oficio, imaginación y una gran aversión a aburrir a sus lectores. Todos sus libros cuentan buenas historias, con gancho, están bien hechos y son dignos. En su defecto, además del hecho de carecer de lo que distingue al escritor de talento del de genio, está su fijación con lo marginal, las anomalías sociales y los perdedores, lo que hace de sus novelas, con raras excepciones, unos libros tristes.

Matías es un taxista reservado y taciturno que se queda viudo. Daniel un médico lleno de desidia que sólo disfruta cuando se mete en Second Life. Fatma es una prostituta africana de vida arrastrada. “Cerebro” es una antigua científica que se pasa los días borracha. A este plantel hay que sumar la presencia de un asesino psicópata especializado en personas mayoras.

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El placer del viajero

Es una novela breve que publicó McEwan en 1981. Es gratificante ver que alguien pueda escribir tan bien desde sus primeros libros. Además del estilo, poco más se puede decir de positivo de esta historia. Es siniestra y sofocante, se ve venir la bomba final en forma de perversión sexual, que se ve que es lo que interesaba explorar a McEwan en sus primeros libros. No merece mucho la pena.