Los crímenes del número primo

He tenido que reseñar Los crímenes del número primo. Es un libro discreto que no recomiendo (con todo respeto) por estos motivos:

1.No está bien escrito:
“Su enojo iba poco a poco adquiriendo el estatus de ira”
“Un rostro torturado por el impreciso olor de la traición”
“Tratando de amagar su frustración”
“Con el paso de los días, de la ermita emanaron detalles ingrávidos que minaron mis sueño”
Las negritas son más. Son ejemplos de modos de decir complicados, imprecisiones, adjetivos innecesarios e inexactos. En mi opinión, frases mal hechas. Algunos diálogos, además, son artificiosos.

2. Hay poca sorpresa. Desde la décima página del libro, el lector sabe que la venganza es el móvil de los asesinatos, a falta de «sólo» 500 págs para saber los detalles. Es una información que se da demasiado pronto.

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Amor en las ruinas

Ejemplo de bodrio que no deben leer. Se anuncia como «uno de los escritores más importantes de la literatura norteamericana del S. XX». Modestamente, conozco un poco esta literatura y es la primera vez que lo oigo mencionar.La historia no hay por donde cogerla: un psiquiatra borracho que se acuesta con tres novias inventa un artilugio para diagnosticar y curar el alma humana. El gobierno intenta robárselo y parece que todo ocurre a unos días del fin del mundo. En medio, diatribas contra algunas minorías (negros, judíos e izquierdistas). Un cacao de sociología, ciencia y religión con un barniz de humorismo.

Penosa.

Además, Percy resulta ser el responsable de la edición de La conjura de los necios, un libro que abomino, increíblemente famoso cuando es pesado, desagradable e insustancial.

ACTUALIZACION 29/03/08

Tom More es un psiquiatra norteamericano convencido de que asiste a los últimos días antes del fin del mundo. Es un antihéroe católico sin sentimientos de culpa. Los pocos momentos en que no está borracho o dedicado al sexo, sus dos pasatiempos favoritos, los dedica a desarrollar un inteligente invento con el que mide la actividad eléctrica del cerebro y diagnostica, y más tarde cura, las enfermedades psíquicas más comunes. La novela es un poco demencial y es imposible seguir tomándola en serio más allá de las treinta primeras páginas. Multitud de personajes pueblan este collage apocalíptico donde se mezclan la religión, el sexo, los problemas de América y el whisky. Historias clínicas, idas y venidas del invento, intentos de comprárselo/robárselo, charlatanes religiosos, experimentos de comunidades utópicas, diatribas contra negros, judíos e izquierdistas, teorías psíquicas,…Amor en las ruinas es el desquiciado y estrambótico intento de Percy (Alabama, 1916-1990) de resumir el alma americana, de caricaturizar al hombre moderno en medio de una sociedad desquiciada.

Relatos de Murakami

Después de cinco novelas publicadas, Murakami ha pasado de escritor de culto a autor de ventas y de prestigio internacional. Algunos escritores le idolatran, los reseñistas no se ahorran halagos y su nombre aparece los últimos años cuando se habla del Nóbel. Ahora se publican estos veinticuatro relatos, escritos a lo largo de veinte años, entre 1986 y 2006. Murakami es imprevisible, busca siempre sorprender. Como ha reconocido, deja volar sus ficciones al ritmo del jazz, con continuas improvisaciones y vericuetos. El resultado puede ser una amalgama de historias estrambóticas y algo desconcertantes (Kafka en la orilla) o novelas más sólidas y terminadas (como Tokio blues). En el prólogo plantea que sus novelas, frondosas e incontenibles, son como plantar un bosque y hacer relatos como plantar un jardín, algo planificado y controlado.

Es el primer párrafo de una reseña que acabo de preparar para Aceprensa. Sólo había leído antes Kafka en la orilla y no me gustó nada: surrealista, obscena y confusa, a pesar del estilo fácil y agradable de la escritura. Estos relatos me han gustado más, sin entusiasmarme. El problema de Murakami empieza cuando pretende dar ideas, endebles y con una filosofía de almanaque: “el hombre únicamente se teme a sí mismo”, “todo, de lejos, parece muy bonito”, “una persona, desee lo que desee, nunca puede dejar de ser ella misma”, y cosas así. Para mi sigue siendo incomprensible el fervor que despierta este escritor, claramente sobrevalorado.