Ultimo Auster

La última novela de Auster es un artefacto paranoico y disparatado. Una de las cosas que siempre me han gustado de él es –hasta ahora- lo bien que se le entiende. Esta vez ha jugado a la pirueta metanarrativa y a la mezcla de planos, no ha confiado en la potencia de su imaginación y en la riqueza de sus historias. Lo consideraremos un paréntesis, un mal momento.

La pulga de Leskov

El otro día envié a Aceprensa una reseña encargada sobre La pulga de acero, de Leskov. El libro me pareció una chorrada, y así lo dije (con otras palabras). Su única virtualidad es que es corto y no te hace perder demasiado el tiempo. Ser contemporáneo de los grandes rusos (Pushkin, Gógol, Turguéniev, Dostoievski, Tolstói y Chéjov) no implica necesariamente estar a su altura.

Me hacen gracia las tiras publicitarias en las que se nos anuncia que «por fin» se rescatan «perlas olvidadas». Si estaban tan olvidadas por algo sería. Bueno, no me quiero cebar porque comprendo que las editoriales pequeñas que nacen no lo tienen fácil. Como prueba de buena fe, les señalo la reseña elogiosa sobre Leskov que aparece en ABCD.

La mano del muerto

Una especie de continuación del inmortal Conde de Montecristo. ¿Es de Dumas realmente? Hay serias dudas de la autoría. Se habla incluso de un portugués (Alfredo Hogan). El que la prestó en su día me dijo que nada que ver con el Montecristo. Total, la empecé con pocas ganas. Luego no está tan mal. Montecristo acaba de pena perseguido por la furia de Benedetto (hijo de Villefort y de la mujer de Danglars). En conjunto merece poco la pena.