Hornby

Un gran chico, Anagrama 2008

Will es un solterón de treinta y seis años sin trabajo y sin familia, con dinero, y sin más ocupación que ir llenando las horas a su gusto (series de TV, porros, música y ligues, básicamente). Marcus es un niño más bien rarito hijo de Fiona (con tendencias suicidas) y de Clive (que vive con Lindsey, su actual novia). Completan el cuadro Rachel (una separada de la que se enamorará Will) y Katrina (otra separada, madre de Ellie, la amiga de Marcus).

Will es un ser egoísta, sin la más mínima creencia ética, que odia a los niños, la familia y la vida doméstica y esquiva en general todo lo que pueda molestarle. No ocupa, ni quiere hacerlo, lugar alguno en el mundo exterior ni en la vida de nadie. Las mujeres sólo pasan por su vida como aventuras con fecha de caducidad. Nunca le ha sucedido enamorarse de ninguna, y mucho menos ha pensado en casarse.

Continuar leyendo «Hornby»

Sutree

Leo Suttree, de McCarthy.

Es un tipo que vive al margen de todo. No se llega a saber muy bien por qué, deja a su familia y se larga a McAnally donde pasa a convivir con un submundo de ladrones, vagos, parias, rameras, alcahuetes, asesinos, jugadores, borrachos, palurdos y calaveras. Es un pescador solitario, harto de la vida, que se abandona con frecuencia a vorágines de sexo y alcohol, sin compromisos salvo una honda amistad y solidaridad con sus colegas.

Es un libro áspero y potente, rudo y lírico a la vez, largo, desesperanzador pero con momentos de luz que es en las veces en las que Sutree consigue estar al lado de los demás con todas sus consecuencias. McCarthy es grandeza literaria. Descripciones expresionistas, lacónicos diálogos, divagaciones metafísicas, raras asociaciones de realismo, pensamiento, recuerdos y sueños.

De todos modos, no es el libro suyo que yo recomendaría al que no le haya leído nada.

El Buda blanco (Tsuji)

Este libro cuenta la vida de Minoru Eguchi en la isla japonesa de Ono, desde principios del S. XX hasta que muere rodeado de hijos y nietos. Desde niño se hace preguntas sobre la muerte cuando examina con sus amigos la descomposición de un cadáver. Matará en la guerra, sus amigos y parientes morirán de modo natural, o por accidente, o por suicidio, jóvenes o viejos cercanos dejarán este mundo, y Minoru se irá preguntando en cada caso qué pasa luego con esas almas. La respuesta que más le seduce es la metempsicosis, la transmigración de almas de un cuerpo a otro, una reencarnación que hace inmortal la esencia de cada persona. Por encima de todo no quiere olvidar a los antepasados y se le ocurre construir una estatua de Buda con los huesos en polvo de todos los muertos de la isla, incluidos los de su hermano, los de Otowa, su primer amor, y los de varios amigos. Será el gran proyecto final de su vida.

La novela abunda en valores positivos, como son la búsqueda de respuesta a las preguntas clave de la existencia, un sentido en cierto modo trascendente y espiritual, el amor a la familia y al trabajo, la amistad, el deseo de darse a los demás y, sobre todo, el esfuerzo por vivir siempre una vida digna aún en medio de penosas dificultades. La muerte y el amor, los grandes temas. Minoru se enfrentará a ellos con un armazón cultural extraño para un occidental, y más para un cristiano, pero siempre con una aspiración honesta de buscar la verdad y dar un sentido a su existencia. Vive lo mejor y lo peor en todos los ámbitos de su vida (familiar, laboral, amistoso) pero lucha siempre por salir adelante. El despertar de la curiosidad sexual y la crueldad infantil dan lugar en las primeras páginas a dos breves pasajes de contenido erótico explícito y a otro de una violencia gratuita desagradable.

Continuar leyendo «El Buda blanco (Tsuji)»