Camilleri premiado

La muerte de Amalia Sacerdote es una historia de jueces, fiscales, abogados, policías, políticos, financieros, periodistas y mafiosos, y de una mano que controla la red. Todos resultan peones que carecen de una visión global de la estrategia. Además, el propio jugador de ajedrez hace también a veces de contrincante. Camilleri apura su ingenio y consigue cada vez tramas más sofisticadas y elaboradas, que requieren recapitulaciones y largas explicaciones cada poco para que el lector no se vea perdido. Basta decir aquí que todo ocurre en Palermo, que hay una joven asesinada y que su novio es el principal sospechoso, hechos basados en un caso real, el crimen de Garlasco.

Camilleri se apresura a anotar al final del libro que todo lo que cuenta es pura ficción. Sus motivos tendrá, aunque La muerte de Amalia Sacerdote, pese a que se está vendiendo así, no es propiamente un libro sobre la mafia sino sobre los hilos del poder y, en particular, sobre el papel de la información. En vez del habitual detective, el eje y ojo de la novela es la redacción de la RAI en la capital siciliana. Cuanto se va sabiendo es confirmado, sopesado y clasificado, valorado y dicho (o no); si se transmite, se hace al principio, en medio o al final, en el primer telediario o en el último, acompañado o no de declaraciones, y cada una de estas decisiones tiene motivos y consecuencias, provocan nuevos movimientos en la partida que pueden o no ser contados, y vuelta a empezar. Esto está muy bien explicado, y es el principal acierto de la novela, más que la trama criminal en si.

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Paretsky

Les extracto la reseña de Golpe de sangre que he publicado en Aceprensa.

En 1982 nació el personaje de Victoria Warshawski, una abogada radical, divorciada, treintañera, hija de un policía de origen polaco y de una emigrante italiana, trabaja en Chicago y suele investigar delitos de guante blanco (casos de seguros y finanzas, de dinero y de poder), siempre con crímenes de por medio. Desde esa fecha Paretsky (Iowa, 1947) ha escrito catorce novelas contando sus casos. Caroline, antigua amiga de infancia, nunca ha sabido quien fue su padre y le pide que lo averigue. Esto removerá secretos bien guardados y enfrentará a la investigadora a una combinación letal de poderes, el político, el industrial y el del crimen organizado. Por medio un vergonzoso secreto familiar.

Paretsky no renuncia a los enganches del género (acción con alguna dosis de violencia, trama absorbente, ramificaciones bien entrelazadas que reclaman respuesta, intriga) pero también profundiza en algunos aspectos menos frecuentes por estos lares que hacen más interesante aún la novela. Por una parte, se ahonda en el carácter de Victoria y de los personajes más importantes; no son títeres al servicio de una trama sino que sabemos muchas cosas de cómo son, de su pasado, de porqué se interrelacionan como lo hacen. Son seres vivos llenos de matices, creíbles. Esto hace al libro serio y consistente. Por otra, Paretsky quiere reflexionar sobre el mal y la verdad. Victoria es audaz, competitiva, constante y llena de recursos, y sabe disparar si es necesario, pero también es reflexiva e inteligente, honrada y humana, capaz de verse afectada por lo que pasa a su alrededor. Por lo demás, la ambientación y detalles técnicos y sociológicos están muy cuidados y el final bien resuelto. Un acierto por tanto la recuperación de este título de 1988, que demuestra que el calificativo «novela negra» incluye cosas muy diferentes.

Me alegro de haber leído este libro y de poder recomendarlo.

Budd Schulberg

Les extracto la reseña que he publicado en Aceprensa sobre ¿Por qué corre Sammy? (allí la pueden leer completa).

Budd Schuldberg (Nueva York, 1914) es hijo de un legendario jefe de la Paramount en los inicios de la industria cinematográfica. Ha firmado guiones célebres (La ley del silencio, 1954), libros de memorias (De cine, 1982) y algunas novelas.

USA: de cero a cien en seis segundos. El tema de ¿Por qué corre Sammy? (1941) es muy americano y ha sido repetidamente tratado en la novelística de ese país: hacerse a uno mismo, no conformarse con el destino que parecen marcar nuestras circunstancias, forjar la propia vida. Lo mejor del paraíso de la libertad combinado con sus caras menos positivas, como el individualismo y la incapacidad de ver a los otros y sus necesidades. Sammy Glick comienza en los años treinta como chico de los recados en un periódico de Nueva York. Su gran talento para la autopropulsión le va llevando a escalar puestos hasta ser contratado en Hollywood como guionista. La selva darwinista de LA no hace sino potenciar su naturaleza. No le importa mentir, robar ideas o aguantar insultos, todo vale si es útil para su carrera. Es un trepador nato y sin escrúpulos que utiliza continuamente a los demás, a un paso del delito y sin consideración alguna por los daños que pueda causar. Al Mahleim es un crítico teatral que siente repugnancia ante el ego hipertrofiado de Sammy, pero que se convierte, a la vez, en lo más parecido a un amigo que tenga nunca. Es quien cuenta la historia.

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