Filobiblion

Los libros son los maestros que nos instruyen sin vara ni palmeta, sin gritos ni cólera, sin vestido ni dinero. Si te acercas a ellos, nunca duermen; si les preguntas, no se esconden; no murmuran reproches cuando te equivocas; no se burlan de ti cuando algo ignoras.

Ricardo de Bury (1287-1345)
Obispo de Durham y Canciller de Inglaterra
Filobiblion (1344)
Muy hermoso tratado sobre el AMOR A LOS LIBROS

La interpretación del asesinato, de Rubenfeld

Creo que es uno de los libros más interesantes de los que se han publicado en España a la vuelta del verano.

Freud sostenía que las patologías psíquicas provenían de traumas arrastrados desde la niñez. El hijo o hija reprime su deseo sexual hacia su madre o padre hasta que, más adelante, tiene la suerte de topar con un psicoanalista que interpreta sus sueños. Suena un poco a broma, pero estas teorías, con mayor o menor porcentaje de aceptación, han sido sin duda influyentes en el siglo pasado. Naturalmente, una simplificación tan fantástica (o fantasiosa) siempre contó con detractores.

La novela es bastante buena. Si se cuenta así “una esposa neurótica proporciona amantes a su marido hasta que intenta eliminarlo; para ello planea con una joven –enamorada de ella y a cuyo padre ha seducido- un complot con tintes sado-masoquistas”, no hay por donde cogerla; pero creo que ese no es el libro. De todas formas, digo esto para que se tengan todos los naipes.

Es más entretenida que las complejas y densas novelas científicas de Volpi (En busca de Klingsor y El fin de la locura) y con más carga de ficción que las de Guedj (La medida del mundo o El teorema del loro). Y mejor, en todos los sentidos, que El Club Dante. Por citar algunas referencias recientes.

El Planeta a Millás

Hubo una época en la que mi trabajo me llevaba a leer cada día varios periódicos, entre ellos El Mundo. Siempre esperaba con ilusión, además de las de Umbral y Rigalt, las columnas de Millás. Tenía algunas deslumbrantes, otras desternillantes, casi siempre con sorpresa e inteligencia. Otras veces desbarraba, sobre todo cuando se metía en asuntos éticos en los que mostraba una desinformación preocupante en una pluma tan aguda. Es un escritor con chispa que se mueve de maravilla en las distancias cortas.

Otra cosa son sus novelas. Sólo he leído una (El orden alfabético) y he tenido bastante. Resulta un poco agotador en su surrealismo kafkiano, su humor conceptual, su ingenio satírico y su feroz anticatolicismo. Ya había ganado el Nadal, el Primavera y ahora le dan el Planeta. No voy a leerlo, aunque llevaba tiempo sin pensar en él (en Millás) y quizás, si cae en mis manos alguna de las recopilaciones de artículos que tiene publicadas…

Nunca he oído nada que me guste de Boris Izaguirre, el finalista, así que no diré nada de él.