Barnes. El ruido del tiempo

barnesEl último libro de Barnes, valioso como casi todo lo suyo, trata de las relaciones entre arte y poder, y lo hace a través de la figura del compositor ruso Shostakovich, uno de los músicos más importantes del S. XX.

Precoz artísticamente, enfrentado a su madre desde pequeño, neurótico, indeciso y de voluntad débil, pronto chocó con las exigencias del poder. Debía escribir música clara y realista. Lenin había decretado que el arte pertenecía al pueblo. Nada de arte por el arte sino arte para las masas. Una música que guste a las masas, no el formalismo burgués que se dirige a élites cosmopolitas. En Rusia sólo había dos tipos de compositores, los que estaban vivos y asustados y los que estaban muertos. Shostakovich optó por los primeros. Traicionó a Stravinsky en su viaje a América. El peor momento de su vida. La última cobardía fue afiliarse al partido. Un hombre está dispuesto a hacer cualquier cosa por salvarse a si mismo, sobre todo si eso significa salvar a los que más amas. Se decía.

Ser ruso era ser pesimista, ser soviético era ser optimista. El poder pensaba que si exterminaba a alguna parte suficiente de la población e imponía al resto una dieta de propaganda y terror brotaría el optimismo. La progresión natural de la vida humana va del optimismo al pesimismo, y un sentido de la ironía ayuda a atenuar el pesimismo, ayuda a producir equilibrio, armonía.

El libro resulta mitad indignante, si miramos a las autoridades soviéticas, mitad patético, cuando nos fijamos en el pusilánime compositor. Aunque es fácil juzgar desde fuera. •

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Barnes y Martín Descalzo

BARNESAntes de buscar lo último de Barnes (Shostakóvich) me zampo dos cosas suyas breves que tenía por ahí: Niveles de vida, y El perfeccionista en la cocina. En el primero reflexiona sobre la muerte a raíz de la de su mujer. Dice cosas muy bonitas junto a otras despistadas y desgarradas. El segundo es divertido y agradable de leer, incluso para los que no tenemos el menor interés por los temas que toca.

Razones para el amor es el primer libro que leo de Martín Descalzo, sacerdote-periodista, y me ha gustado mucho. Son artículos sobre el amor (razones, las llama). Positivo, profundo, simpático, claro, atractivo, bastante más leído de lo que me esperaba (con todo respeto hacia el periodismo). He marcado muchos párrafos en el Kindle y me he conseguido inmediatamente los demás de la serie. Muy recomendable.

Epitafio

Así se imagina Barnes la necrológica que se le podría dedicar:

Ayer murió un londinense de más de sesenta y dos años. Durante la mayor parte de su vida gozó de buena salud y no había pasado una sola noche en un hospital hasta la enfermedad definitiva. Tras un comienzo profesional lento e improductivo, alcanzó más éxito del que había esperado. Tras un comienzo emocional lento y precario, alcanzó tanta felicidad como permitía su naturaleza. A pesar del egoísmo de sus genes, no logró —o, mejor dicho, no quiso— transmitirlos a otros, creyendo además que su negativa constituía un acto de libre albedrío frente al determinismo biológico. Escribió libros y después murió. Aunque un amigo satírico pensaba que su vida estuvo dividida entre la literatura y la cocina (y la botella de vino), hubo en ella otras facetas: amor, amistad, música, arte, sociedad, viajes, deportes, bromas. Era feliz en compañía de sí mismo siempre que supiera cuándo terminaría esta soledad. Amaba a su mujer y temía a la muerte.

Julian Barnes, Nada que temer.