Poemas de Jaime García-Máiquez

Conozco a Jaime García-Máiquez de nuestra época universitaria. Leo ahora por primera vez unos poemas suyos. Es estupendo cuando algo quieres que te guste y además te gusta. Oh, mundo, del 2012, habla de su vocación de escritor (“El sitio”, “Mi opinión”), de la relación con los demás (“Perdón”, ”Sucede”), de Dios (“Tentación en el desierto”) y de más cosas. He señalado los poemas que más me han gustado y he capturado con mi móvil. Hablar limpio, poesía de la cotidianidad, sencilla y clara. En el prólogo dice que a veces hay que oscurecer un poco las cosas para verlas: al lector se le dan mascadas, seguramente por el trabajo que hay detrás.

Contarse a si mismo, ¿no es siempre el asunto central del poeta?: Un cuerpo en calma para un alma en vilo, mirándole la cara a lo absoluto; a las grandes preguntas siempre daba, sonriendo, respuestas muy pequeñas.

El otro poemario, (Grosso modo, un año anterior), me ha gustado menos. Lo firma con seudónimo y son versos rimados. López de Artieta reniega de una bohemia inútil y achaca su malditismo a un cóctel de fe católica, espíritu reaccionario y poca simpatía por la democracia.

Es la primera vez, si no recuerdo mal, que leo poemarios en sus ediciones originales. Hasta ahora sólo me había atrevido con antologías. Resultado: 1, se acaban antes; 2, los poemas verdaderamente destacables resaltan con más facilidad.

Jueves santo

Otro jueves santo que no estoy en Sevilla. Ya he perdido la cuenta. A las 8 de la tarde saldrá el Cristo de Pasión. Les dejo un poema adecuado para el día de hoy. Es de Jaime García-Máiquez y está incluído en su libro Otro cantar (Pre-Textos, 2007).

EL LIBRO
El tiempo es como un libro que Dios tiene en las manos.
Lo recita en voz alta, o baja, lentamente,
y así pasan las hojas de los pobres humanos
que casi apenas oyen la línea del presente.
Allí, toda la historia de Roma y los romanos;
las guerras, y las paces al párrafo siguiente,
allí, las experanzas; allí, los cotidianos
susurros y quehaceres del amor de la gente.
Allí, también, mi vida con sus pequeñas cosas,
y la tuya, con todo tu futuro, tu miedo,
tus sueños entrelíneas como en un escondrijo…
Y en el centro del libro, con las letras borrosas
de haber pasado el Padre tantas veces el dedo,
la página que cuenta la muerte de Su Hijo.