El bar de las grandes esperanzas. Moehringer

Moehringer redactó el libro de recuerdos de Agassi, que a mi me pareció muy destacable. Aquí habla de si mismo. Unas memorias de paso a la vida adulta, un proceso lleno de subidas y bajadas. Su formación es un cóctel de lecturas y de sabiduría popular y está muy marcada por la ausencia del padre. Abogado (Yale), escritor, periodista (NY Times y Los Ángeles). Sus primeros amores y su problema con el alcohol (aunque no suele llamarlo así). Todo gira en torno a un bar y los personajes que lo frecuentan. Que lo frecuentan mucho.  Que viven allí prácticamente. Abundantes historias y conversaciones. Gente perdedora pero que lucha. Se respira vida. Como ya se vio en Open, Moehringer es un eficacísimo narrador.

Además de proporcionar un refugio, Steve impartía, todas las noches, lecciones sobre democracia, o sobre esa pluralidad especial que propicia el alcohol. De pie, desde el centro del local, veías a hombres y mujeres de todos los estratos de la sociedad educándose unos a otros, maltratándose. Oías al hombre más pobre del pueblo conversar sobre la «volatilidad de los mercados» con el presidente de la Bolsa de Nueva York, o al bibliotecario local darle una clase a uno de los mejores beisbolistas de los New York Yankees sobre la conveniencia de agarrar el bate desde más arriba. Oías a un porteador de escasas luces decir algo tan descabellado y a la vez tan sensato que el profesor universitario de filosofía se lo apuntaba en una servilleta y se metía esta en el bolsillo. Oías a camareros que, mientras cerraban apuestas y preparaban cócteles, hablaban como reyes filósofos. Steve creía que la barra de un bar era el punto de encuentro más igualitario de todos los que existían en América.

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