Inger Wolf

Me atraen las novelas negras donde el malo es incontrolable, donde sus actos son impredecibles por sus persecutores (y por el lector) porque no sigue sólo la lógica de la propia conveniencia, placer o venganza, sino una fuerza inasible que proviene de la locura.

Esto ocurre en la primera novela de Inger Wolf. Primero parece un caso corriente de violencia sexual contra una joven, luego aparecen connotaciones rituales, la cosa se complica con un posible móvil de robo de un descubrimiento farmacéutico, y al final todo salta por los aires. Lo que decíamos. La locura.

Están muy bien los dos polis, el impenetrable croata Trokic y la informática Lisa Kornelius.

Comienzo prometedor: buenos malos, buenos buenos, buena historia. Hay que apuntarse el nombre de esta danesa.

(Por cierto, otro «Wolf» más para confundirse).