Se trata de una expresión irónica que se dice de las cuentas donde figuran partidas exorbitantes, o de aquellas que están hechas de modo arbitrario y sin la debida justificación. La frase alude a las controvertidas cuentas administrativas que el genio militar Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515) presentó a los Reyes Católicos después de haber conquistado para ellos el reino de Nápoles. A continuación menciono algunas de las famosas partidas de gastos que Fernández de Córdoba facilitó a los monarcas: 100 millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar los cadáveres del adversario; 200.736 ducados y 9 reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas españolas; 100.000 ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de los enemigos tendidos en el campo de batalla; 160.000 ducados en poner y reponer campanas destruidas por el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo; 100 millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le había regalado un reino…
Aránzazu: hay muchas, te pongo las que me hustan más
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Taisal: Me alegro de que te guste el blog y ánimo con tu página.
Hola, estoy empezando en esto de los blogs. Me encanta la lectura y me he topado con tu magnífica página. Apenas tengo cuatro entradas pero me esfuerzo jeje. Un saludo y enhorabuena
Creo recordar que en alguna ocasión habéis hablado de sitios de internet de donde descargar libros y no logro encontrarlo. ¿Me lo podríais recordar? Muchas gracias.