Contar un solo hecho

Por lo regular, el hecho narrado se define con dos o tres frases y siempre tiene una sustancia humana: venganza, desamor, amistad, celos, salvación, bigamia, etcétera. En el cuento Diles que no me maten, de Juan Rulfo, el hecho narrado de venganza es el siguiente: cuarenta años atrás un señor asesinó a su compadre por un problema de colindancia de tierras; ha andado huyendo todo ese tiempo, hasta que un coronel, hijo de aquel compadre asesinado, lo encuentra y lo fusila.
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Si el cuento tiene más de un hecho narrado, zigzaguea y no es posible darle un buen final y queda un cuento flojo. Si Rulfo se hubiera puesto a narrar la historia del coronel y el conflicto de celos que tuviera con su mujer, el cuento hubiera tomado dos caminos y difícilmente habría podido resolverlo. El problema es que hay dos hechos narrados compitiendo entre sí: venganza y celos. En una novela es posible y necesario que existan múltiples hechos narrados, pero la novela es otro género narrativo donde se despliega el aliento y sus recursos narrativos pueden dilatarse, a diferencia de los del cuento, que tienden a contraerse. El coronel sólo va a cumplir una función en el cuento: vengar el asesinato de su padre, fusilando al fulano; y no nos interesa siquiera cómo se hizo coronel.

[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008. Selección y orden propios]

El cuento: más técnicas


Redacción perfecta
Piénsese que una buena redacción no es más que un camino libre de tropiezos que le permite al lector fluir por ese mundo paralelo al que lo hemos invitado a entrar. Cada error, inconsistencia, redundancia, serán tropezones que lo sacarán de la ficción para regresarlo a su mundo real.
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Los sentidos

Los cuentos no están hechos sólo de imágenes. Al escribir tendemos a priorizar el sentido de la vista, pero un buen cuento estará hecho también de sonidos, olores, sabores y sensaciones táctiles.

[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008. Selección y orden propios]

Técnicas del cuento

Título
Este también debe jugar a favor de la intención final del narrador, pero no debe vender la historia. Si se está construyendo un cuento moderno, el título jugará del lado de la historia aparente, jamás de la oculta, para no echar a perder la última vuelta de tuerca.
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Ritmo y puntuación
Un cuento no puede publicarse sin haber escuchado varias veces cada sonido del texto en voz de una tercera persona y sin haber revisado muchas veces la puntuación, pues aquí radica el ritmo narrativo. Los signos de puntuación no están dentro de un salero ni se esparcen por la página como si esta fuera una hoja de lechuga: tienen la función narrativa del ritmo.

[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008. Selección y orden propios]