En 2010, cuando llevaba diez años escribiendo este tipo de notas, un buen consejo decidió a Uriarte a publicar una selección del periodo 1999-2003. Tenía entonces sesenta y cuatro años. El libro no pasó desapercibido. Le siguió un segundo de idéntica calidad y repercusión (notas correspondientes a los años 2004-2007) y ahora se publica un tercero, algo adelgazado de páginas en relación a los anteriores.
Sin más indicación cronológica que la de la portada, el autor reúne de ese periodo detalles biográficos de su propio presente o pasado, comenta asuntos literarios (lecturas, escritores, glosas de citas), reflexiona sobre cosas que le afectan, serias o banales, relata breves anécdotas con enseñanza o nos regala un aforismo.
Este género de libros sin orden ni concierto sólo se sostiene si la personalidad y la cultura del autor merecen la pena. Así ocurre en el caso de Uriarte, que nació en Nueva York en 1946, es de San Sebastián, vive en Bilbao y veranea en Benidorm. Su tono es siempre claro, natural y justificado. Huye de polémicas y de la enredosa tentación de criticar. Su gran cultura y curiosidad, su estilo afinado y su argumentación educada y comprensible puede arrastrarnos a la indulgencia incluso cuando exhibe sin complejos sus carencias más indefendibles, como son su indolencia (lo que llama “carencia de ética del trabajo”), su confesado determinismo, su mirada relativista y escéptica sobre muchos ámbitos del comportamiento humano o su defensa del acierto que supone no tener hijos. Sus referencias literarias lo dicen todo: Cioran, Montaigne, Borges, Proust o Schopenhauer.