Las decisiones y las circunstancias van determinando el camino de la vida. La libertad y el azar hacen que pequeños detalles determinen destinos muy diferentes. Esto lo ha explorado Auster en varias de sus novelas y vuelve a hacerlo ahora narrando la formación de la personalidad de Archie Ferguson. Judío neoyorquino, descendiente de inmigrantes rusos, inteligente y activo. Nació en 1947, hijo único de Rose, fotógrafa, y de Stanley, empresario, que tuvo un gran amor (Amy Schneiderman), algunos buenos amigos, y destacó en los deportes y en las letras.
Auster inventa cuatro vidas diferentes para Archie, cuatro caminos hacia la vida adulta que diferirán a partir de ligeras diferencias en sus elecciones de estudio y profesionales, la marcha del matrimonio de sus padres, su relación con Amy y amigos o eventuales circunstancias no controlables. En realidad hablamos de cuatro novelas distintas, que avanzan cronológicamente pero que se nos cuentan transversalmente, repartidas en siete episodios por vida: al primer capítulo de la vida 1 sigue el primero de la vida 2, el de la 3 y el de la 4; pasamos luego al segundo de la vida 1 y así sucesivamente. Esta decisión del escritor nos exige recordar casi treinta veces dónde nos habíamos quedado. Leer la novela longitudinalmente hasta completar cada historia es más sencillo y las ventajas compensan la ínfima pérdida del efecto que produce la singular estructura (alguna sorpresa y poco más).