Disimulo

Risa sardónica

En medicina se dice que una persona sufre risa sardónica, sardesca o sardonia cuando presenta una convulsión y contracción de los músculos de la cara que imita la risa. En sentido figurado, se aplica la expresión al que ríe mucho, sin poder contenerse y al que disimula con risa falsa otros sentimientos. En el Diccionario de Autoridades, se comenta que la risa sardónica es una «enfermedad que se origina de comer o beber la yerba sardonia, especie de ranúnculo, que comida o bebida perturba el sentido, y de tal suerte retira y tuerce los labios, que causa un efecto que parece risa. No obstante, hay autores que creen que el origen de esta frase es bien otro. El adjetivo sardónico podría proceder de Sardis, ciudad de Lida u otra isla de Hiberia, llamada Sario o Cerdeña. Al parecer, entre los bárbaros sardos, mataban los hijos a los padres muy viejos, llevándolos a altos montes, donde con fiestas y risas los sacrificaban.

Cafre

Ser un cafre

El apelativo cafre se aplica a toda persona o situación que encarna lo opuesto a la civilización y la cultura. En realidad, se llaman cafres a los habitantes de Cafrería o País de los cafres, grupo de pueblos bantúes que habitaba la región oriental de África del Sur, en El Cabo y Natal. La Cafrería es un nombre de origen árabe con el que los geógrafos de los siglos XVII y XVIII denominaban a la parte de África situada al sur del ecuador poblada por infieles (kafir, en árabe), es decir, no musulmanes. La acepción de la palabra Cafrería se redujo gradualmente, primero a las regiones de lengua bantú, después a la zona marítima que se extiende a lo largo del océano Índico, desde la colonia de El Cabo hasta las regiones del Zambeze y, finalmente, a zonas reducidas de esta región costera. Éstas son la antigua Cafrería británica o British Kaffaria, anexionada a la colonia de El Cabo en 1863, y la Cafrería propiamente dicha, que hoy coincide con Transkei.

Más de lo mismo

Los mismos perros con distinto collar

Instituida por la revolución liberal de 1820, la milicia de Madrid fue disuelta después de la entrada del ejército francés llamado de los Cien mil hijos de san Luis, dirigido por el duque de Angulema. Los milicianos fueron sustituidos por los guerrilleros realistas. Cuando éstos se presentaron por vez primera, formando ante palacio, Fernando VII se quedó totalmente anonadado al ver que las caras de aquellos nuevos soldados realistas eran las mismas de los milicianos liberales que acababa de licenciar. El monarca se volvió hacia el gentilhombre de guardia y le comentó socarronamente: «Pues hombre; son los mismos perros con otros collares». Desde entonces, esta locución real se emplea para expresar el desencanto causado por alguna situación en la que, bajo apariencia de renovación, se mantienen los mismos vicios y defectos que se trataba de eliminar.