Trampa

Dársela con queso

En la Antigüedad, la presencia de animales roedores constituía una amenaza para la salud de los habitantes de las grandes ciudades, debido a las enfermedades que transmitían. Por eso, era muy común escuchar la expresión armarla con queso, en referencia a las ratoneras o trampas para la caza de ratones, en cuyo mecanismo se colocaba un trozo de queso para así atraer a los roedores, golosos y reconocidos degustadores de ese producto lácteo. Por analogía, el dicho dársela con queso pasó a usarse metafóricamente en el lenguaje coloquial, con el significado de cebo», «ardid» o «engaño» mediante el cual una persona atrae a otra para conseguir un fin perseguido, con lo que queda claro que esta expresión puede muy bien equivaler a caer en la trampa.

Suavizar

Dorar la píldora 

Desde siempre, los medicamentos (infusiones, polvos, brebajes…) se han caracterizado por tener un sabor amargo, lo cual los hacía molestos en el momento de tener que tragarlos, pero eso era considerado algo natural, tanto como lo era el hábito de tener que soportar el dolor. Hoy, todos sabemos que esos botoncitos compuestos por distintas variedades de productos medicinales llamados píldoras suelen estar integrados -por lo general- por elementos de sabor amargo y desagradable al paladar. De ahí, que los antiguos boticarios, tal como se sigue haciendo en el día de hoy en los modernos laboratorios farmacéuticos, para disfrazar o disimular ese desagradable sabor, acudiesen al recurso de dorar la píldora con alguna substancia de gusto azucarado y suave al paladar, de manera que se facilitara la acción de tragar el medicamento. Ese es el sentido de la expresión dorar la píldora, que hoy aplicamos en el lenguaje diario para hacer o decir algo de una forma más suave y tratando de no herir a quien nos escucha.

Engaños

Dar gato por liebre

Si hay algo que ha mantenido la tradición con el paso de los siglos, es, sin duda, la mala fama de las posadas, hosterías y fondas, respecto de la calidad de sus comidas. La literatura universal está llena de alusiones, muchas de ellas irónicas, acerca del valor de los alimentos ofrecidos en ellas. Y era tanto el descrédito de estos lugares, que llegó a hacerse usual entre los comensales la práctica de un conjuro, previo a la degustación, en el que aquellos, parados frente a la carne recién asada, recitaban: Si eres cabrito, manténte frito; si eres gato, salta al plato. Por supuesto, este «exorcismo» nunca sirvió para demostrar la veracidad de la fama de la posada, pero dio origen a la expresión dar gato por liebre, que con el tiempo se incorporó al lenguaje popular como equivalente de engaño malicioso por el que se da alguna cosa de inferior calidad, bajo la apariencia de legitimidad.