A veces las cosas no funcionan a la primera. El primer libro que leí de Fred Vargas me pareció original pero no impresionante. El segundo más flojillo. Insistí porque creía ver la promesa de algo y el tercero no terminó de entusiasmarme. El cuarto me ha encantado. Ya me ha ganado definitivamente. No tiene nada que ver con los cánones del género, ni en tramas, ni en ritmos ni en tipos de prsonajes. Sus asesinos-tarados son sofisticados y tremendamente complejos. Y no lo es menos Adamsberg, el oponente policial. Es un poli imprevisible que vive en las nubes, lleno de intuiciones. Lo más alejado a la lógica científica de los CSI.
En esta historia reaparece un caso que le persigue desde hace años. Víctimas asesinadas con un tridente. Nadie cree la tesis de Adamsberg. No es fácil creerle esta vez. Hay hilos cruzados de su vida personal: un asesinato en el que se inculpó a su hermano, a quien no ve desde hace treinta años, un bebé hijo de su antigua novia, el fantasma de un juez que le echó de su casa perseguido por perros, algunas andanzas incoherentes empapadas de alcohol, arranques incontrolados desconocidos en el indolente comisario. Todo pasa entre París y Canadá. La clave en el Mah-jong, un juego chino.
Vargas es a la novela negra americana lo que el cine europeo a Hollywood. La dieta normal es América, pero de vez en cuando viene bien algún plato más refinado, otro tono cultural. Hay muchos diálogos inteligentes llenos de chispa y sobrentendidos. Calificaría a Vargas, a pesar del encasillamiento ineludible de género, como literatura culta. No olviden que en España la edita Siruela.
Pues en mi opinión, aquí a la Vargas se le fue un poco la historia de las manos. Me gutan más sus otras novelas, exceptuando la última publicada en España: también demasiado pasada de rosca, ¿no?
Me quedo con Los que van a morir…
Adelante. Ya nos comentarás qué te pareció. Atención, un poco de paciencia al principio.
ya me llamo la atencion solo con el titulo, luego de lo que cuentas esta dicho lo voy a comprar.