Para mi, Cheever es un ejemplo claro de excelente escritor de relatos y mediocre novelista. Esto dice Rodrigo Fresán en una nota en los Diarios del escritor norteamericano:
En 1957 aparece en Estados Unidos Crónica de los Wapshot con elogiosos comentarios de Jean Stafford, Robert Penn Warren y Saul Bellow en su portada. Las críticas fueron buenas, pero más de uno apuntó lo que se convertíría en el estigma de por vida del Cheever novelista: su propensión a escribir novelas atomizadas de estructura no convencional, «compuestas por sketches que no consiguen ni el impacto de un cuento ni poseen el crecimiento interno y el desarrollo de una novela». Otros lo acusan de «sentimental» y de «glorificador del pasado». En cualquier caso la buena reputación de Cheever en su país iba en aumento: Crónica de los Wapshot ascendía, por fin, al rango de novelista; vendió bien; y recibió en 1958 el National Book Award.