Flannery y su gancho a la mandíbula

Leo un buen post sobre Flannery O’Connor.

Leí hace años la colección de relatos Un hombre bueno es difícil de encontrar. Me impactó su crudeza. Compré la edición de Lumen de hace un par de años de Cuentos completos. Releí otra vez los mismos relatos y no he vuelto a retomarlo. Perdí de vista el libro una vez, luego otra, y acabo de encargarlo por tercera vez. De esta, la vencida.

Microrrelato

Al abrir los ojos, entre la maraña menguante del sueño vi lagartijas rondándome las piernas y nubes agoreras y reflejos cegadores y toda clase de aves extrañas. Sin demasiada inquietud, volví a dormirme. Nunca he tenido casa, y sé cómo es la vida cada vez que amanece

Microapuntes sobre el microcuento

La vocación de todo microcuento decente es crecer sin ser visto.
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No es lo mismo lo breve que lo corto: lo breve calla a tiempo, lo corto antes de tiempo.
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Lo más raro del microcuento no es su extensión minúscula, sino su radical estructura.
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Los personajes del microcuento caminan de perfil.
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La tentación del chiste es la termita del microcuento.
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Todo microcuento empieza entre comillas y termina en puntos suspensivos.
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El microcuento necesita lectores valientes, es decir, que soporten lo incompleto.
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Cuanto más breve parezca, más lento ha de leerse.

Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977).

Tres rosas amarillas

Tres rosas amarillas. Espacio desde hace meses el último Carver que me queda. Irrumpe en una situación corriente, plantea una tensión, tan real, bien contada y dialogada que no parece en nada literatura, estás ahí, entras con una cámara en la vida real, vives y sientes un rato con los personajes y fin. Fin de esa secuencia, no de la vida ni de los personajes. Es una estampa. Creo que debe ser muy difícil escribir así. Por eso es grande. (Releo el párrafo y no encuentro ninguna idea interesante que explique a Carver).