Buenas recomendaciones, y II

PENSAMIENTO

– La unidad de la experiencia filosófica. Etienne Gilson.
No se piensa en el vacío. Gilson muestra la estrecha conexión entre ciencias experimentales y filosofía a partir de Descartes.
– Ortodoxia. Chesterton.
Libro tan provocador como inteligente: “las herejías son ideas cristianas que se han vuelto locas”.
– La rebelión de las masas. José Ortega y Gasset.
El especialista habla de lo que no sabe como si supiera… Fundamental para entender al hombre-masa.
– Nostalgia del absoluto. George Steiner.
Necesitamos que un judío agnóstico como Steiner nos recuerde que el marxismo, el psicoanálisis, la antropología cultural y la ufología son mitologías en toda regla.
– Carta a los revolucionarios bien pensantes. Acerca del precio y el desprecio de las formas. André Piettre.
Breve tratado que nos advierte que el desmantelamiento de la familia no es producto de un devenir causal.
– Preguntas sobre Dios. André Frossard.
Un periodista converso, natural del único pueblo de Francia en que en lugar de iglesia había sinagoga, responde a las preguntas de alumnos franceses (racionalistas) de 18 años.

ARTE

– Historia del arte. Gombrich.
El arte en su contexto. Comprender el arte desde los hombres que lo crearon y su cultura.
– Idea: contribución a la historia de la teoría del arte. Erwin Panofsky.
El autor es uno de los más brillantes estudiosos de arte del siglo XX.

Buenas recomendaciones I


Ya he hablado en este espacio de los trabajos de Antonio Barnés dobre Cervantes. Ahora me envía una lista de sesudas recomendaciones que comparto con ustedes. Me fio de su criterio.

HISTORIA

– El alma romana. Pierre Grimal.
Libro breve, pero clarificador para entender el marco existencial de los romanos.
– La vida cotidiana en Roma en el apogeo del imperio. Jerome Carcopino.
Quizás un poco pesimista, pero muy documentado para conocer las principales facetas de la vida romana: la familia, los espectáculos, la organización social y laboral…
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Por qué se escribe

Puede ser por culpa. A veces, escuchamos una voz interior que nos dice que no vamos a poder, que escribir no es una profesión redituable, que sólo vamos a perder el tiempo. Lo importante sería reconocer de dónde nos vienen esas ideas. Si nos auxiliamos de la teoría de Eric Berne, quien reconoce como las tres principales voces interiores al yo niño, que se caracteriza por ser lúdico, creativo, con imaginación desbordada; el yo adulto, que sigue las reglas, aprende técnicas, es moral, y el yo padre, que puede ser punitivo, que descalifica, censura, regaña, o bien, constructivo, que ayuda a crecer. Tendríamos que entrenarnos para escuchar aquellas voces que nos ayuden a crear y aprender a descalificar las que nos paralicen. Para todo escritor, escribir es una necesidad. Si somos capaces de alejarnos de la pluma y el papel sin dolor, sin sentirnos anulados, mejor dediquémonos a otra cosa.

[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008]