
Un libro sólo debería ser escrito cuando fuera necesario. Lo que significa: cuando respondiera a una necesidad, consciente o no, del lector. Cuando el autor sintiera la necesidad de mostrar al público un camino nuevo, de proporcionarle la solución de un problema o de ofrecerle una visión en profundidad de algún aspecto de la realidad, en sustitución de otra, compartida por muchos, banal y falsa; cuando el escritor advirtiera, en fin, que había alcanzado un nivel más alto en su evolución interior y cuando considerara que tenía algo inédito que decir.
Los libros innecesarios -y son legión- sólo sirven para descorazonar a los lectores, para trivializar el acto de la lectura, y su multiplicación en nuestros días sólo puede deberse a la necesidad comercial de las editoriales de producir máximamente.
Leopoldo Azancot.