Con los libros pasa como con las personas, sólo se puede querer mucho y de manera continuada a unos pocos. Los más, la mayoría de ellos, pasan por nuestras vidas como noticias en un periódico (sobre personas a las que nunca conoceremos), como vecinos en un ascensor (hola, adiós, ¿qué tal la familia?) o como compañeros de estudios o trabajo (relación amable, algún cafelillo, vidas aparte fuera de esos ámbitos).Así debe ser. Sólo nos entregamos de verdad (y viceversa) con unos pocos. Sólo guardamos fidelidad de por vida a algunas obras, a algunos autores. El consumidor de literatura es por naturaleza promiscuo e infiel. Aparentemente se deja llevar por cada canto de sirena, pero sabe bien que demorará poco tiempo en cada puerto. Caprichoso, voluble e inconstante, buscará incansable satisfacer su curiosidad, beber de muchas fuentes. No suelen bastarle las referencias de otros, quiere saber por sí mismo.
Continuar leyendo «Promiscuidad lectora»