Hablar de libros

Lo que más me gusta de los libros, después de leerlos, es hablar de ellos, pero sólo después. Quiero decir que si tengo que elegir entre leer o hablar de libros, escojo leer. Y no digamos ya entre leer o hablar de cosas que me interesan menos que los libros, que son casi todas.

Alterno lectura-ocio con lectura-estudio, ambas de calidad, la primera como un respiro de la segunda, que es la que me interesa. La lectura-estudio es un esfuerzo/placer para aprender o para escribir sobre el libro o el autor.

Aún no tengo claro respecto a los libros si, más que todo esto, lo que me gustaría realmente es escribirlos. No son cosas excluyentes. Considero la escritura algo mucho más serio y comprometido que la lectura, de una responsabilidad por hacerlo bien que, al menos hasta ahora, me atenaza.

Hacer crítica es más peliagudo que leer pero también menos que crear escribiendo. Se supone que el que analiza textos debe tener cosas que decir, razones, no simples “me gusta” o “está bien”. Leer es sólo para ti, y, por ejemplo, no has de avergonzarte ante ti mismo de que te guste algo que no es bueno.

Lecturas-tatuaje

Lecturas muesca: son las que hay que hacer alguna vez en la vida pero siempre estás retrasando. Cuando las has terminado suspiras pero piensas que no has perdido el tiempo.
Ejemplos: Divina comedia, Metamorfosis (Ovidio).

Lecturas tatuaje: son las que piensas que están en el primer grupo, pero no, las terminas y se te queda cara de imbécil.
Ejemplos: El criticón, Moby Dick.

Lector y escritor

El lector, que únicamente busca en un libro satisfacer la tendencia natural de su espíritu, pide al escritor que responda a su gusto predominante y califica invariablemente como bien escrita la obra o el párrafo que agrada a su imaginación idealista, alegre, picaresca, triste, soñadora o positiva. En suma, el público está compuesto por numerosos grupos que nos gritan:
«Consuélenme.»
«Distráiganme.»
«Entristézcanme.»
«Enternézcanme.»
«Háganme soñar.»
«Háganme reír.»
«Hagan que me estremezca.»
«Háganme llorar.»
«Háganme pensar.»Tan sólo algunos espíritus selectos piden al artista: «Escriban algo bello, en la forma que mejor les cuadre, según su temperamento.»
El artista lo intenta y triunfa o fracasa.

Guy de Maupassant (1850-1893)