Prólogos con un prólogo de prólogos. Borges

En este libro de 1975 se recopilan prólogos dispersos escritos entre 1923 y 1974.  Elegidos por el editor Torres Agüero, ofrecen un buen resumen de los intereses del escritor argentino.

En el formidable prólogo de prólogos se lee:

El prólogo, en la triste mayoría de los casos, linda con la oratoria de sobremesa o con los panegíricos fúnebres y abunda en hipérboles irresponsables, que la lectura incrédula acepta como convenciones del género. (…) El prólogo, cuando son propicios los astros, no es una forma subalterna del brindis, es una especie lateral de la crítica.

A pesar de su opinión («Un libro (creo) debe bastarse») Borges los escribió con profusión. El hecho estético es, por esencia, repetía, inexplicable. Y sin embargo acierta a justificar muy bien porqué unos sí y otros no, por que hay autores que lo consiguen, y vale la pena leerlos, y otros fracasan, con independencia de la fama que tengan.

Los textos son más largos y elaborados que los de Biblioteca personal, y, quizás por ello, un puntito menos brillantes y fulgurantes. La erudición del argentino es apabullante. Extraordinario el dedicado a Macedonio Fernández. Sus afectos y antipatías literarias salen por todas partes. Hay opiniones y párrafos ya leídos en otras partes (por ejemplo, en Otras inquisiciones, pero eso es lo de menos).

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Elmore Leonard. Hombre y Que viene Valdez

Dos novelas del Oeste bastante buenas de Elmore Leonard, autor bien conocido en novela negra.

En Hombre se reúnen en una diligencia diversos personajes:
– una joven de 17 años que pasó cautiva un mes entre los apaches. La sombra de lo que ocurrió allí planea por todo el relato.
– un doctor y su joven esposa. Lleva el dinero que consiguió (¿robó?) durante el tiempo que ejerció su cargo entre los indios.
– un mejicano que conduce.
– Russell, un hombre enigmático educado un tiempo entre los apaches, líder natural del grupo.
– un joven que es el narrador.
– un tipo duro que, desde el principio, se ve que no es trigo limpio.
Hay lazos que se van tejiendo sutilmente entre todos ellos.
El desenlace final tiene una tensión extraordinaria. Hay una película (1967, Ritt; Paul Newman).

Qué viene Valdez es otra historia similar de heroísmo contada de nuevo con un fenomenal sentido narrativo. Un alguacil se enfrenta a la arbitrariedad del potentado de la zona. La historia tarda algo más en coger temperatura, pero una vez mediada es imposible dejarla hasta saber el desenlace.

Dos entretenimientos de calidad.

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Cuaderno de travesía de Argullol

De los 360 párrafos de los que consta esta recopilación de pensamientos sueltos, apenas he marcado una docena. Triste cosecha. El prólogo era prometedor: Escritura en la frontera, escritura sobre la marcha;  provisionalidad, espontaneidad, pequeñas cristalizaciones de una literatura nómada; escritura menos reposada que la poética, menos argumental que la narrativa, menos analítica que la filosófica, escritura transversal; experiencia más experimentación; tono plural de los contenidos, unas veces metafísicos y otras éticos. Luego, he conectado poco con su pensamiento, a veces oscuro (para mi), con frecuencia negativo.

Argullol es catedrático de Estética en Barcelona. Lei una novela suya hace años (La razón del mal) bastante original y que me gustó. Tiene una página web bastante buena.

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