Rectificar es de sabios

De Ross McDonald leí El martillo azul (su última novela de Archer) en la colección barata que sacó El País hace unos años. No recuerdo nada de ese libro. No me llamó la atención.

Afortunadamente, la intuición de que era yo el que estaba en el error me ha hecho leerle de nuevo, gracias a que RBA ha reeditado en su Serie Negra La mirada del adiós, y a que estaba en la Biblioteca pública.

Es Chandler total, incluso de trama más compleja aún. La he leído un poco rápido y a veces me he sentido algo perdido. Archer es listo y sabe qué información debe dar a cada interlocutor, no siempre la misma ni toda, pues de algunos sospecha (a veces) y otros son sus patrones (a veces). Está la ley pero también su modo de entender la justicia.

Los diálogos son bastante buenos. No se enfrenta a criminales sino a gente acomodada que ha tenido deslices en el pasado.

Imperdonable desde luego que ni lo haya citado en el artículo de novela negra que les dejé.

Chandler

Hace muchos años leí Peces de colores, de Chandler, y no me gustó nada. Sólo recuerdo el aspecto infame de la edición que manejé. No recuerdo nada del argumento y sí que me quitó las ganas de seguir leyendo al autor. Esto iba paralelo a mi devoción por Hammett, el otro gran nombre que se suele citar como padre de la novela negra. Siempre me había extrañado ver escritos sus dos nombres juntos, como a la misma altura.

Hará unos cinco o seis años vi El sueño eterno de Howard Hawks, Bogart y Bacall. Muy rápida y difícil de seguir. Hace dos años leí un artículo muy elogioso sobre las Cartas de Chandler. La información quedó almacenada. Ahora, en la biografía de Billy Wilder me vuelvo a encontrar con él redactando el guión de Perdición.

Resumiendo, que me he leído El sueño eterno, en la colección de Alianza Biblioteca de autor. Y me ha gustado. Marlowe-Bogart es rápido, valiente, con agallas, lleno de sarcasmo. A la vez es honrado, a su manera. Diálogos chispeantes. La historia es bastante compleja y Chandler no cierra todos los flecos. He estado atento a descubrir quien mata al chófer y no lo he conseguido. Tampoco lo consiguió Howards Hawks ni el equipo de rodaje, y sé que preguntaron al propio Chandler y este les contestó “¡no lo sé!”. Pero no se preocupen, muere tanta gente que eso queda como un detallito sin importancia.

Rectificar es de sabios. Creo que leeré las otras novelas importantes de Chandler y, lo que me apetece más, sus Cartas.