Domingo Villar (Vigo, 1971), ha irrumpido con fuerza con Ojos de agua y, sobre todo, La playa de los ahogados (Siruela). Razona de este modo la fama del género:
“la mayor parte de las novelas negras proporciona la seguridad de que al final va a imperar el orden. Creo que no es poca recompensa en tiempos de tanta incertidumbre. Por otro lado, la novela negra ofrece, con la excusa de la resolución de un caso policial, un retrato bastante fiel de las sociedades en las que se desarrolla”.