Novela negra y orden

Domingo Villar (Vigo, 1971), ha irrumpido con fuerza con Ojos de agua y, sobre todo, La playa de los ahogados (Siruela). Razona de este modo la fama del género:

“la mayor parte de las novelas negras proporciona la seguridad de que al final va a imperar el orden. Creo que no es poca recompensa en tiempos de tanta incertidumbre. Por otro lado, la novela negra ofrece, con la excusa de la resolución de un caso policial, un retrato bastante fiel de las sociedades en las que se desarrolla”.

Domingo Villar

Según acabo de enterarme, el debut de Domingo Villar en el 2006 con Ojos de agua fue sonado. Premios en España y fuera, y seis ediciones desde entonces. No la he leído pero sí la segunda, también protagonizada por el inspector gallego Leo Caldas. No hay casi acción. La investigación sobre el asesinato del pescador avanza al paso del modo de responder gallego. Es decir, lentamente. Pero esto está bien, los protagonistas son gente sencilla, lacónica y sentenciosa, dispuestas a creer en fantasmas y supersticiones. El libro es una sucesión de interrogatorios que terminan cuando la verdad se abre paso. Como en otros crímenes, se encuentra en el pasado. Un poco lenta, pero bien escrita y sin episodios desagradables ni truculentos. Nada chirría. Hay unidad y coherencia. Paralelamente a las pesquisas se va desarrollando la historia personal de Caldas y hay muchos párrafos dedicados a Galicia, y a las faenas de pesca.

Le veo futuro.