Termino la lectura de la Carta al padre de K. Texto breve y cómodo que admite lectura en la pantalla del ordenador. Aún no he llegado a entender la importancia fundante e indiscutida de este autor. He leído pacientemente y sin gusto sus novelas (Proceso, Castillo, América), algunos de sus relatos (que algunos, ej. Marías, encuentran mejores que las aquellas) y ahora esto. Dicen que lo mejor son los Diarios. Esta carta explica mucho de su personalidad, que se me ocurre resumir en una palabra: inseguridad. Llevada al límite, hizo necesaria la intervención motu propio de Brod para que nos llegara su obra. Padre autoritario, insensible, duro en extremo con los demás, sin ninguna confianza en/con su hijo. Hijo débil, falto de confianza en sí mismo, con sentimiento de culpa, constantemente humillado por un padre al que sólo se dirige tartamudeando. K miedoso, vacilante y desconfiado, víctima de la tiranía psicológica de papá K.
Copio:
«A veces me imagino el mapamundi desplegado y tú extendido sobre él de parte a parte. Y me parece entonces que para mi vida sólo pueden tomarse en consideración aquellos lugares que tú no cubres o que no están a tu alcance. Y esos lugares, de acuerdo con la idea que tengo de tu tamaño, son muy escasos y nada confortantes, y particularmente el matrimonio no se encuentra entre ellos».
Me ha interesado la parte final sobre el matrimonio. Copio:
«el principal obstáculo para mi matrimonio es mi certeza, ya indestructible, de que el mantenimiento de una familia y aun su conducción requieren imprescindiblemente de todos esos factores que he reconocido en ti, de la conjunción de todos ellos, los buenos y los malos, tales como se hallan orgánicamente reunidos en ti, es decir: fuerza y escarnio del prójimo, salud y cierta desmesura, elocuencia y hosquedad, confianza en sí mismo y descontento para cualquier otra persona, superioridad mundana y carácter tiránico, experiencia de los hombres y desconfianza ante los demás; luego, además, virtudes intachables, como ser: aplicación, perseverancia, presencia de ánimo, valentía. De todo esto no tenía yo, comparativamente, casi nada o sólo muy poco y, en estas condiciones, ¿me atrevería a casarme, viendo que aun tú mismo debías librar tan dura batalla en el matrimonio y hasta fracasabas ante los hijos?»
Este texto me produce la misma impresión de frío que siempre me frena hacia los escritores germanos, incluso hacia los buenos.