Me quedaba esta pendiente (además de la última, que no he leído), y es creo el primer caso de Adamsberg, recién llegado a su unidad. El comisario rompió el molde. Danglard nos informa de que el día en que Dios le creó había pasado una mala noche y estaba escaso de material, pidió algunos bártulos a diablo y ambos compusieron una mezcla de intuición, indiferencia, belleza, suavidad y flexibilidad, no se sabe en que proporciones.
Adamsberg es la ensoñación, la falta de método, los paseos, la lentitud y la calma, el genio. El éxito. En este caso se enfrenta a una trama espectacular que involucra una nueva plaga de peste en París, el diario de Pepys, un resucitador del trabajo de pregonero, el cuarteto inefable de los Vandoosler, Lucien y Mathias y, por supuesto, a Danglard (la reflexión, el papel, la tenacidad) y a Camille. Ya he comentado suficientemente las novelas de Vargas, y ésta es de las mejores. No digo más.